lunes, 26 de septiembre de 2016

LA ÚNICA VERDAD

La única verdad que tenemos, LA ÚNICA, es la certeza de la muerte; todo lo demás es especulación, probabilidad, ensoñación, aire apenas. Sin embargo, es curioso (pero que mucho) cómo esa verdad única es sistemáticamente eludida, sistemáticamente ignorada; debe ser un medio inconsciente (más o menos) para saltarse la obviedad que el destino nos tiene preparados a todos y cada uno/a. A ver: no se trata de estar todo el tiempo dándole al coco, lamentando nuestro sino mortal; tampoco se trata de estar siempre reflexionando sobre nuestra fragilidad... pero, de vez cuando, no nos vendría mal pararnos un poco y sentirnos como lo que somos: pura materia fungible con obsolescencia programada genéticamente. Si tomáramos más conciencia de este hecho, las cosas cambiarían, al menos nuestra relación con ellas: por reducción al absurdo nos dejarían de importar la mayoría de las minucias que nos atormentan y preocupan. 
En el fondo, muy en el fondo, nos creemos inmortales, creemos que la muerte es algo que siempre le toca a los demás, no a nosotros. Sólo cuando ella (la  muerte) nos toca de cerca (un familiar, un amigo) nos paramos un poco, hacemos propósito de enmienda, reconocemos nuestra futilidad y suspiramos apesadumbrados (aunque en el fondo nos sentimos más inmunes que nunca, pues le ha vuelto a tocar, una vez más, a otro). Pero la cosa dura poco y pronto volvemos a la ignorancia asumida y a nuestros quehaceres como si nada, como si aquello fuera una ficción que nunca nos pasará a nosotros.
La negación de una verdad no hace que desaparezca, como creen algunos políticos. Allí estará ella, paciente y eterna, dando (sí) sentido a la vida, pues sólo con los opuestos se puede comprender el todo que forman en su antítesis. Nada hay que sea sólo una cosa, todo es en relación con su opuesto: negro y blanco; bien y mal; sólido y líquido; estupidez e inteligencia... y así hasta un infinito, que vuelve sobre sí mismo para enrocarse en anillo sin fin.
¿Qué somos, después de todo? Una pregunta sin respuesta. Eso cuando se sabe la pregunta, que la mayoría de las veces, ni eso.


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