Veo en la tele una escena significativa que me pone los pelos de punta: en una playa, un señor de avanzada edad marca "su" territorio con un palo, dibujando en la arena una frontera sólo imaginada por él, pero real sobre el terreno; el mencionado señor, con bermudas azules, gafas de sol de espejo y riñonera roja, sonríe estúpidamente a la cámara y afirma que ése es su territorio, que allí no se podrá acercar ni Dios, que para eso se ha levantado a las 5 de la mañana y ha corrido desde su apartamento en primera línea de playa jugándose el físico y el poco sueño que consigue conciliar, y que defenderá su integridad territorial con uñas y dientes, entre after sun, flotadores, hamacas de rayas horteras y neveras portátiles preñadas de calimocho. Porque sí, porque lo digo yo (lo dijo él); por mis cojones: porque aquí llegué, aquí planté mi sombrilla, aquí posé mis posaderas, aquí establecí mi chiringuito y por lo tanto esto es mío.
No han cambiado tanto los tiempos desde los conquistadores. Lo primero, plantar la bandera; después dar gracias a Dios por la gracia concedida directamente por Él; luego marcar fronteras; más tarde (poco más tarde) inventar leyes que justifiquen el latrocinio y la propiedad afanosamente conseguida, largamente deseada. Da igual que se llegue a terreno ignoto (a América, por ejemplo o a Groenlandia); da igual que se llegue a satélite cercano (la Luna por ejemplo); da igual que se pise una playa de Gandía o similar. Yo llegué primero (o eso creo) y aquí planto mis reales, planto mis fronteras y fabrico mi país, la república con mi misma mismidad y bandera del color de la sombrilla (rojiazul) a juego.
El ser humano es depredador por naturaleza, como lo es taimado, bellaco y abusón. Referentes no nos faltan y la Historia (lejana y cercana) avala nuestras acciones de cetrería. Aquí el que no corre, vuela; tonto el último; el que calla otorga; yo llegué primero y más eres tú... También se podría afirmar que yo no estaba allí, yo soy un mandao, yo no lo sabía y yo creí que aquello no era de nadie... etc. etc.
Marcar territorio: afán ancestral, tribal obsesión, quizá defensa inconsciente contra el enemigo que siempre acecha o contra la bestia presta y con mandíbula fácil. Marco el territorio dibujando con cartabones sobre paralelos y meridianos; marco reses a fuego; marco libros con exlibris...
Mientras (¡pobrinos!), somos marcados por DNIs, por ADNs, por IRPFs, por IVAs, por IBIs... y, finalmente, por RIPs.
¡DEP! (si puedes, claro).