Haré ahora lo que algunos llamarían un ejercicio de demagogia, otros llamarían declaración populista y otros dicotomía maniquea... yo lo llamo, simplemente, cuestión de lógica, justicia y sentido común (el menos común de los sentidos).
Todo esto viene por el caso de Josefa Hernández, jubilada canaria de 63 años, que podría ser ejemplo palmario de residuo social en esta España de desigualdades manifiestas y aluviones de crisis social. No me extenderé mucho: la tal señora ha sido condenada a 6 meses de prisión por negarse a derribar su casa, construida en el parque natural de Betancuria. La casa (más chabola que casa digna), construída de manera endeble, es el único refugio de Josefa, quien padece múltiples achaques y que soporta el mantenimiento (con sus 320 euros de pensión) de parte de su familia, con un largo historial de discapacidades y marginaciones. Resumiendo: después de pagar 700 euros de multa, Josefa se veía obligada a derribar su vivienda, a lo que se negó y por lo que ha sido condenada a prisión, para escarmiento de los pobres y para que se vea que la Justicia es ciega, cuando no tonta.
Siempre se ha dicho que la Justicia debe ser proporcional, progresiva e imparcial, adjetivos éstos que no siempre se cumplen y ejemplos hay por miles. Éste es sólo uno más.
La Justicia debe ser igual para todos, principio fundamental, base de toda democracia que se precie. La Justicia se representa con los ojos tapados, pues se supone que no debe ver a quien juzga y que daría igual juzgar a un rey (!!) que a un plebeyo; a un banquero (!!) que a un pobre de solemnidad. Eso nos dicen. Pero todos sabemos que no es verdad y esa mentira sí se ha convertido en axioma que, sin embargo, se niega por aquello de lo "políticamente correcto", pues hay que guardar las formas y las vigas que soportan esta sociedad del bienestar, aunque estén afectadas de aluminosis.
En nuestra España pululan por doquier ladrones de guante blanco, medradores de altos trajes, infames personajes que crecen, como la mala yerba, con el abono de la mierda de la corrupción... y aquí no pasa nada o casi nada. Las páginas de los periódicos se llenan a diario de ejemplos de mafias, estafas y mangantes de todo color. No importa, tenemos mala memoria, ya estamos anestesiados, tenemos la resignación incrustada en el endoesqueleto.
No pasa nada. Ya están los pringados de siempre que pagarán por todos, para ejemplo, para demostrar que la Justicia es ciega y, además, sorda.
Lo dicho: una declaración demagógica ¿a que sí?
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