Parece ser que los partidos políticos necesitan montar de vez en cuando un espectáculo multitudinario, a modo de circo mediático, en el que demostrar lo bien que lo hacen, lo buenos que son, lo estupendo de sus ideas, lo magnífico de su elenco. En estos montajes (por cierto muy caros) no se escatima de nada: ni coberturas informativas (sin ellas no tendrían sentido), ni diseños más o menos horteras de decorados, ni compadreos con la juventud (nuevas generaciones de futuribles), ni declaraciones triunfalistas, ni auto halagos, ni sonrisas, ni exclusivas informativas en las que se adelanta que muy pronto se bajará ese impuesto... no sé... el que sea (ese impuesto que antes era imprescindible y pronto será peccata minuta), ni trajes descorbatados (hay que dar imagen llana, informal, pero no frívola), ni chistecitos con poca gracia, ni apoyos incondicionales al líder de turno (impasible, pero firme el ademán), ni declaraciones sonrojantes de todo tipo...
En fin, hay que prender fuego a la mecha de la traca, hay que poner en marcha la falla, hay que lanzar cohetes (ya que la sociedad no lo hace, hagámoslo nosotros), hay que tomar conciencia de que somos muchos (más que ellos), hay que ser conscientes de que llevamos razón (ahí están las estadísticas y la banca), hay que tender suaves alfombras de cristalinas babas resbaladizas para que vayamos unidos de la mano hacia el arco iris que se adivina el final de nuestros discursos (que si bien vacíos, siempre quedan de lo más correcto).
Si hay que decir cosas como "haremos lo que mejor sabemos hacer: bajar los impuestos"!!! o como "el ministro Montoro es el más valorado, el más deseado"!!!! por decir algo, vaya, pues de dicen.
Y que conste que esto no es el Club de la Comedia.
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