Hay quien, en estas fechas, hace balance del año que pasó, apuntando en un hipotético libro el debe y el haber de los días pretéritos. Contable de acciones y omisiones, apunta con afilado lápiz los números rojos y los azules, como si (si tuviéramos ocasión) se pudiera rehacer lo que equivocadamente deshicimos o deshacer lo que tan mal hicimos. Inútil empeño, claro, que tan solo sirve para (en el mejor de los casos) tomar conciencia de nuestra fragilidad, de nuestra terquedad o de nuestra estupidez. Pero seguimos en la linde, caminando sin haber aprendido apenas y (lo que es peor) sin ganas sinceras de enmendarnos (suponiendo que sea enmendable nuestra actitud, que sea corregible para mejor...).
Los antiguos egipcios creían que, al morir, llegaban ante la presencia de Osiris, quien procedía a pesar su alma para comprobar si el difunto había pecado o no; para ello ponían en el plato de una balanza el corazón y en el otro plato la pluma de la diosa Maat; si la balanza de equilibraba, era prueba de que el difunto fue justo y podía pasar al reino de los muertos; si el corazón pesaba más que la pluma, Ammit, un monstruo con cabeza de cocodrilo, devoraba el corazón y con él las esperanzas de ingresar en el Más Allá.
No sé... a mi me parece que eso de "hacer balance del año" tiene mucho de la ceremonia egipcia ante Osiris y ponemos la pluma de Maat como contrapeso para comprobar el debe y el haber. Claro que aquí somos arte y parte y podemos ayudar a equilibrar el fulcro añadiendo o quitando gramos al corazón... engañándonos un poco (pero... ¿a quién engañamos?).
A todo esto hay una cosa clara: nunca seremos tan jóvenes como somos ahora mismo, cuando leemos esto. Y nunca podremos equilibrar el peso muerto de las piedras inútiles que portamos, si no comprendemos que la ley de la gravedad de Newton ya está cuestionada desde que se conoce la teoría de la relatividad de Einstein.
Pero me pierdo por las curvas y las transversales, como aquel trujamán del Quijote, que relataba la historia de don Gaiferos y su esposa Melisendra, en el retablo de Maese Pedro, al que contestó el Caballero Hidalgo, después de escucharlo no sin impaciencia: "seguid vuestra historia en línea recta y no os metáis en curvas o transversales; que para sacar una verdad en limpio, menester son muchas pruebas y repruebas". Pues eso.
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