Siempre he dicho que la vida debería ser como una película de Woody Allen: la gente sería educada, culta, trabajaría escribiendo novelas o ensayos o tendría a su cargo una galería de arte, visitaría a menudo restaurantes elegantes, entendería de vinos y de museos... Es cierto que, a cambio, todos tendríamos complejos, cuentas con sicólogos, ataques de pánico, dudas existenciales... Esta segunda parte es la más cierta, la más común (me temo).
Woody siempre ha hecho la misma película, una sola película con ligeras variantes; algo así como unas variaciones sobre el tema único de la vida, aunque estén contempladas desde la óptica de un neoyorquino que es, además y sobre todo, universal.
Desde la amabilidad, desde el humor inteligente, Woody nos habla de cosas que todos sabemos, que todos intuimos, aunque no hayamos nacido en la Quinta Avenida ni seamos judíos. Y nos habla construyendo un mundo en que es posible irse al pasado, encontrarse con genios de otro tiempo y volver como si nada, volver a este mundo (¿Paris es de este mundo?) para cortar con ese amor que no queremos y encontrarnos con la persona ideal que, además de rubia, conoce a Cole Porter y está buenísima. De película. De Woody Allen. Y es que la vida, repito, debería ser así: poder rectificar lo que no nos gusta; poder encontrar lo que anhelamos; poder luchar contra lo feo, contra lo zafio; poder encontrarnos con Buñuel o con Dalí, poder saludarles y comprender que todos los sueños son posibles, que solo la belleza nos salva aunque nos deje un poso lejano de tristeza y de desazón. No se puede tener todo. El artista no soluciona las dudas de siempre, cierto. Tan solo nos hace la vida más soportable. Lo demás seguirá estando ahí: soledad, miseria, muerte, envidias... menos mal que Dios, de vez en cuando, nos manda a un Woody, aunque sea él el primero en cuestionarse la existencia de ese mismo Dios.
Dios nos crea y Él nos destruye (dicen). Bueno, pues a Él le pido que la vida se parezca un poquito más a una película de Woody Allen. No sería el Paraíso, pero se le acercaría. ¿Qué trabajo le cuesta?
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