Muchas veces uno siente vergüenza ajena. Es un sentimiento extraño, como una especie de herencia que no esperas ni deseas, que te viene impuesta y a la que, sin embargo, has de hacer frente a tu pesar, porque tu sensibilidad (¡qué le vamos hacer!) te lo impone. Y te sonrojas; sientes esa oleada de vergüenza mezclada con rabia, con impotencia y con la sensación (otra vez) de que tu reino no es de este mundo, porque este mundo está jodidamente alejado de ti, de tus principios y de tus finales.
Me refiero, por referirme a una noticia de tantas, a esa especie de "SuperVegas" que un millonario americano (norteamericano) quiere implantar en Madrid. Dice que ofrece no sé cuantos miles de trabajo (muchos). A cambio: no pagar impuestos, terreno gratis, libre circulación (incluidos menores y ludópatas) por sus instalaciones, exención del pago a la Seguridad Social, libre disposición de los hipotéticos trabajadores, creación de un "paraíso fiscal" en el que podrían jugar defraudadores y corruptos de todo el mundo... etc. etc. En una palabra: todo a cambio de un "posible" trabajo; es decir: me importan una mierda las leyes, las tributaciones, los trabajadores, los derechos, los gobiernos (si es que los hay), la soberanía territorial... me importa todo un carajo. Dinero. Dinero. Dinero a cambio de... ¿trabajo? o a cambio de...¿esclavitud? o a cambio de ¿servilismo?
Los gobiernos regionales y locales están encantados. Se les hace el culo gaseosa alabando las bondades de tanto puesto de trabajo (que ellos no son capaces de generar). Si hay que cambiar la Ley, se cambia ¡faltaría más! Viene el amigo americano. Limpiémosle las botas, lamémosle el culo (que viene dando... trabajo). ¿Las condiciones? Eso son minucias, es lo de menos. Trabajo como sea, que luego vendrán los beneficios (para algunos; para alguno).
Cantemos todos, a la de tres: Americanos, os recibimos con alegría....
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