El deseo, ya tópico, de comenzar el año con una vida nueva, me plantea (como a cualquiera) algunas preguntas:
-¿Deseamos tener una vida nueva porque la que llevamos no nos gusta?
-¿Queremos cambiar por el mero hecho de cambiar, por aquello de renovarse o morir?
-¿Habrá que quemar las naves obsoletas de tanto uso, divisar nuevos caminos, cambiarse de ropa, arrasar las viejas viviendas desde los cimientos, porque lo viejo nada nuevo (ni bueno) puede traer?
-¿Queremos una vida nueva con la esperanza de que la nueva (vida) será siempre mejor que la actual, con lo que cabría decir aquello de que "peor imposible"?
-¿Deseamos realmente el cambio (de vida) porque nuestros anhelos siempre van más allá y esta vida se nos queda alicorta, menguada?
-¿Queremos otra cosa por el afán de superar el aburrimiento, la repetición que imponen los actos cotidianos, la mera supervivencia?
-¿Tenemos la esperanza siempre puesta en lo que no conseguimos, en lo que, quizá, jamás conseguiremos; es decir: seremos eternamente insatisfechos?
-¿Esperamos que la suerte (eso que les pasa a los demás) acuda en nuestro auxilio, porque realmente estamos al borde de un precipicio de abulia y de desgana?
-¿Creemos que todo será mejor, pues, más allá de nosotros mismos, de nuestra mismidad?
-¿Seremos tan desgraciados, tan infelices, que no sabemos lo que tenemos, tan solo de lo que carecemos?
-¿O será que somos idiotas o simplemente incapaces de discernir el polvo de la paja, sumidos en la eterna duda que nos ata a la vida y nos hace pensar que otra (vida) siempre será mejor... quizá, probablemente, a lo mejor, es posible, casi seguro, según el horóscopo, sí, pero..?
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