No sé si os habéis dado cuenta: estamos pasando del estado del bienestar al estado del esclavismo. Tener un trabajo se está convirtiendo no en un derecho, en algo que "dignifica al hombre" (como se decía antes); se está convirtiendo en un ejercicio de esclavitud. El trabajador medio en este país, ése que vive con la amenaza constante del despido; ése que trabaja en la precariedad; ése que se siente afortunado por seguir trabajando (como sea, pero trabajando); ése, va tomando cada vez más conciencia de esclavo. Conciencia que se está importando de los países orientales (léase China), conciencia que machaca los valores y los derechos que tanto ha costado conseguir con sangre, sudor y lágrimas.
Esclavos felices, como la obertura de Arriaga. Esclavos que babean ante la mano férrea del empresario con la lengua sometida de los canes apaleados.
Parece duro y lo es. Durísimo. Pero lo peor no es esto. Lo peor es que los nuevos esclavos (al contrario de los esclavos romanos) se creen que no lo son. Se creen afortunados porque, ellos sí, tienen un trabajo y los demás (los parias del paro) no. Se creen libres porque pueden ir de vez en cuando a algún restaurante (no muy caro) o acudir a algún multicentro para descargar la Visa que el banco, por un módico precio, le ha proporcionado para que tenga, eso sí, la libertad de gastar cuanto y cuando quiera (perdón: cuando y cuanto pueda).
¡Vivan las caenas!
Y ya no se estudia para "instruirse" (sea eso lo que sea), sino para trabajar...
ResponderEliminar