Siempre he creído que eso de "las dos Españas" era un tópico, cosa de literatura, frase machadiana, situación -en cualquier caso- que se dio en algún momento histórico felizmente superado. Mucho me temo que me equivocaba. Ahora, el espectáculo (sí, ESPECTÁCULO) de las últimas elecciones, me ha hecho reflexionar y comprender que ese tópico no era tal, sino una realidad latente, incrustada en las grietas más finas de nuestra sociedad (o de nuestra suciedad). De pronto, los odios más mezquinos, las rencillas más atávicas, afloran con la excusa más o menos evidente del "tú eres más; tú lo has hecho mucho peor; tú, y no yo, eres el culpable de todo; VOSOTROS lo habéis hecho..."
La democracia es alternancia, pero no sólo eso: es sensatez; es diálogo; es enfrentamiento; es respeto profundo por el otro, porque NADIE tiene la verdad absoluta, NADIE tiene la potestad de salvar a nadie en aras de no sé qué idea/s.
No, no me gusta nada que haya salvapatrias, ni me gusta que se usen banderas, ni me gusta que se use el nombre de España en vano. Uno es de la patria que lleva en el corazón, y ésa no necesita de símbolos implantados: se lleva y ya está.
¿Para cuando un poco de sentido común? ¿Para cuando poder ser uno sin estar en contra del otro? ¿Para cuando poder aprender de una vez de los errores de la historia? ¿Será verdad que somos tan estúpidos, tan egoístas, tan estultos..?
Espero que Dios, si es que nos hizo, no nos hiciera a su imagen y semejanza. No puede ser que el Creador fuera tan malo.
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