DIVIDE
ET IMPERA O EL ODIO, COMO EL AMOR, ES CIEGO
Propongo una cuestión
delicada: me llama mucho la atención la gran inquina que se le tiene a Pablo
Iglesias y, por extensión, a Podemos. Nada me extraña que esa inquina venga de
la derecha (en este país es lógico), lo que me extraña es el repelús que le
tiene a Pablo gran parte del proletariado; es más: esta animadversión (que a
veces roza el odio) es más fuerte cuanto más humilde es la persona que emite un
juicio sobre Podemos y su entorno. No sé… hay como una especie de envidia (no
sé expresarlo de otra manera) hacia Pablo Iglesias, al que no se “perdona” haber llegado a
Vicepresidente del Gobierno, o haberse comprado ese llamado “casoplón”, o
simplemente llevar coleta (como si este detalle banal fuera el colmo del
descaro o la corrupción).
Cuestiones personales
aparte (te puede caer mejor o peor), creo que esta inquina merece un estudio o,
al menos, una reflexión. He oído hablar pestes (pero pestes) a obreros (aunque ellos
creían que no lo eran) sobre Iglesias y Podemos; he escuchado barbaridades por
parte de gente humilde que, en principio (ya sé que siempre hay excepciones)
deberían simpatizar o, al menos, respetar la política de izquierdas. ¿Por qué?
Sé que se me tachará de
demasiado simplista, de excesivamente taxonómico, pero nada hay mejor para la
derecha (ultra o no) que sembrar la separación, la duda o el odio sobre los
políticos de izquierda a los que se tacha de “comunistas”, porque aquí ser
comunista es todavía un insulto, un baldón, y no una opción política tan legítima
como ser de Vox.
En fin. Creo que este país
está perdiendo la memoria, si no la ha perdido ya y cree que el odio puede
arreglar algo, siempre que vaya dirigido a quien se mueva fuera de la delgada
línea de sus prejuicios… o de sus envidias. Divide
et impera.