Me pregunto si en este país donde la mentira se ha instalado de una manera endémica, donde la envidia es el pecado nacional, donde la corrupción es ya un cáncer difícilmente extirpable, donde la hipocresía es moneda corriente, donde la cultura brilla por su ausencia... me pregunto, repito, si aquí todo vale ya, porque estamos en campaña electoral (si no lo estuviéramos daría igual); me pregunto si se pueden afirmar cosas y cosas así, a lo loco, sin ton ni son, porque quedan bien al oído y es lo que hay que decir. No, no es populismo: es marketing, creación de imagen, vaselina oratoria que a nada conduce, sino al voto, que nada significa porque la vacuidad nunca significó nada (y menos las mentiras sistemáticas, la hipocresía descarada y la prepotencia de quien se cree amo del cotarro, señorito del cortijo patrio, que para eso tiene mayoría absoluta, absoluta desfachatez y absoluta impavidez frente a las cámaras, frente al populacho).
El señor Floriano, don Carlos, egregio político de disparada y lúcida (¿o lucida?) verborrea, afirma ahora que "el dinero debe estar en el bolsillo de los españoles" y no merodeando por los pasillos de Hacienda; afirma que los ciudadanos saben cómo gastar el dinero "que tanto les costó ganar" y que ellos, claro, sensibles como son, bajarán TODOS los impuestos para revertir ese dinero a quien realmente le hace falta: al contribuyente. ¡Manda güevos!, que diría otro ilustre de la palabra. Muerto me quedo. Ahora sí, ahora toca revertir ese dinero a su origen. Ahora sí, porque ya se puede, claro. Antes no. Porque no se podía, claro. No sé si me explico (o se explican).
Después de estas afirmaciones llenas de sentido y sensibilidad ciudadana, sólo me resta el silencio (el cabreo es ya opción que va dejando paso a la reflexión).
¿Por qué no estaremos siempre de campaña, en un país imaginario, multicolor, lleno de Peter Panes voladores que se niegan a crecer? Es más: ¿por qué no se van todos a ese país y se quedan allí, buscando a sus Campanillas para vivir romances idílicos en ese país de NUNCA JAMÁS?
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