miércoles, 23 de octubre de 2013

ESA PALABRA: DIGNIDAD

La primera tarea de la política DEBERÍA ser procurar el bienestar de los ciudadanos. Los políticos (hablo de la democracia) están donde están porque los ciudadanos los han elegido; es decir: están ahí de una manera temporal, al servicio de quienes los han elegido (por afecto o por defecto). La tarea del político DEBERÍA ser vocacional, enteramente puesta al servicio del ciudadano, puesto que (repito) ha sido él (el ciudadano) quien ha puesto su confianza, quien ha delegado la representación y, en gran medida, quien ha confiado en que será él (el político) quien trabaje para el bienestar social general, quien trabaje para crear una sociedad cada vez mejor, más culta, más preparada, más protegida (al menos en lo fundamental).
¿Qué sucede cuando la política (y por ende los políticos) se vuelve/n en contra de los ciudadanos; cuando los políticos se vuelven enemigos del pueblo y, en vez de trabajar por el bienestar común, se esfuerzan en joder sistemáticamente con abusos, prevaricaciones, prebendas y un largo etc.? 
Pues sucede que el pueblo se siente cada vez más alejado de la/los política/políticos; sucede que el pueblo ve en los políticos una panda de chorizos llenos de privilegios que ellos mismos se han dado, por la gracia de Dios; sucede que el pueblo deja de creer en la democracia, con los peligros que ello conlleva; sucede que el terreno de abona para los extremistas y que las ideologías ultras tienen el campo abonado para sembrar sus odios... Convendría recordar lo que pasó en Alemania (esa locomotora) no hace tanto.
En cualquier caso, cuando se pervierte la política, su fin principal y sus principios elementales, ésta (la política) se vuelve tumefacta y podrida y, aún disfrazada de democracia, se convierte en un instrumento represor puesto al servicio de una clase espuria que ha nadie representa salvo a sí misma. 
Y el pueblo... ¿qué hace mientras? Lo estamos viendo: ¿indignarse, cabrearse, resignarse, maldecir? 
¿Cuándo se darán cuenta (los políticos) que están AL SERVICIO del pueblo y no al revés? ¿Cuándo se darán cuanta que tienen una función sagrada, la labor obligada de trabajar por y para el bienestar de los ciudadanos y no al revés?
¿Y cuándo, los ciudadanos nos daremos cuenta de que tenemos todo el derecho del mundo a la crítica, a la exigencia más absoluta para con nuestros elegidos?
¿Y cuándo nos daremos cuenta de que la ineptitud y la corrupción debe ser erradicada y de que tenemos los medios y el derecho absoluto de hacerlo?
Hay una palabra que se ha olvidado demasiado, que quizá se haya devaluado por el mal uso. Esa palabra es DIGNIDAD. Esa grandísima palabra que encierra un enorme significado que debería limpiar el lodo putrefacto de la estulticia, de la avaricia, de la corrupción, de la ignorancia prepotente. Alguno/a habrá que me diga que estoy haciendo demagogia. Él/ella sabrá por qué. Yo también lo sé.
Mientras (como dijo el poeta), me queda la palabra. El silencio siempre fue cómplice. ¡Pobre de la sociedad que tenga miedo a la palabra! 

No hay comentarios:

Publicar un comentario