sábado, 14 de septiembre de 2013

FIESTA, ¡QUÉ FANTÁSTICA, FANTÁSTICA ES LA FIESTA!

Anoche hubo fiesta en Manzanares. Lo que se supone que debe ser una fiesta; es decir: alcohol y ruido, mucho ruido. No entraré en el gusto musical del grupo que animaba el cotarro: para gustos están los colores. Sí diré, desde luego, que mi gusto está diametralmente opuesto a estos fastos sonoros (es mi problema). 
Decibelios aparte, lo que sí me entristece es el panorama que quedó después del fiestuqui y que contemplo hoy por la mañana: un reguero de vidrios rotos de botellines, un rastro de vasos de plástico esparcidos por el suelo, el olor acre del vómito y las meadas por la calle. Todo muy cultural, muy popular, muy festivo. 
En este país decir fiesta es decir borrachera, comilona, ruido y furia. Decir fiesta es decir, muy frecuentemente, maltrato animal, sangre y vómito. No quiero decir que haya visto hoy la sangre, no. Tan sólo restos de chorizo mezclados con calimocho y basura por todas partes. ¿Pena? No. Es lo normal (que no lo lógico). Supongo que a estas cosas se les llama también "cultura" y supongo que a las instituciones no se les caen  los anillos ante tan decadente panorama... Yo sí siento vergüenza ante ciertas actitudes festivas, ante ciertos gritos, ante las bravuconadas que están detrás ciertas intoxicaciones etílicas, ante el "todo vale hoy, que  para eso estamos de fiesta"...
El Patrón es (como cualquier otra ocasión) otra excusa para la "diversión" (con muchas comillas). Bebamos pues (como dijo el clásico) hasta que reventemos, que mañana ayunaremos... 

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