El diccionario es un gran desconocido. Se utiliza para saber el significado de las palabras. ¡Ahí es nada! Saber el significado de las palabras supone saber el significado de la vida, pues son las palabras las que conforman nuestra realidad, las que forman nuestro mundo. Sí, en principio fue el verbo y sin él nada existiría. Lo que creemos tangible y lo que suponemos intangible: todo está ahí, en las palabras, todo cobra su sentido y su forma. Nada existiría sin las palabras. El diccionario es, pues, el más alto tratado de filosofía que se pueda leer. Y digo LEER con mayúsculas, ahondando, pensando, siendo conscientes del acto sagrado que es LEER. Un acto que los dioses hicieron en el principio de los tiempos. Fue así, leyendo en la nada, como surgió todo, en un acto supemo de imaginación y, por lo tanto, de creación.
¿Y toda esta introducción para qué? Pues para reflexionar un poco sobre la palabra FLEXIBILIDAD (calidad de flexible). FLEXIBILIDAD que se va a imponer (en más cantidad y en más urgencia) en la llamada "reforma laboral", pues (según nos dicen) es la única manera de sacar "esto" (¿?) adelante, eso sí, con el esfuerzo de (casi) todos.
En fin, recurro al diccionario y leo:
Flexible.
Flexible.
(Del lat. flexibĭlis).
1. adj. Que tiene disposición para doblarse fácilmente.
2. adj. Que en un enfrentamiento se pliega con facilidad a la opinión, a la voluntad o a la actitud de otro o de otros. Carácter, persona flexible.
3. adj. Que no se sujeta a normas estrictas, a dogmas o a trabas. Ideología, legislación flexible.
¿A que acojona?
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