Veo caer las hojas de los árboles y comprendo la belleza; me reconcilio, siquiera sea por un instante, con la vida. Ahí quedan los hojas amarillas, como testimonio de lo que fue; ahí queda el color, recordando que la savia cumplió su papel. Piso las hojas y el sonido metálico me dice que camino sobre muertos. ¿Será verdad que la muerte es el mejor invento de la vida? (¿dónde leí esto?). No sé. Llega un olor a leña quemada. El fuego, en algún lugar, es la lengua que habla como metáfora de la vida y de la muerte. Pero yo no sé, no sé.
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