Si miramos con cierta atención las fotografías de políticos que aparecen en los periódicos, sobre todo cuando estos realizan declaraciones o aparecen en actos más o menos multitudinarios, podremos observar cómo, al fondo, algo desdibujados, algo desenfocados, aparecen personajes sin identificar, que están ahí, en el fondo, como puedan estar unas cortinas o un cuadro de algún artista postmoderno. No sabemos bien (directamente no lo sabemos) de quién se trata, pero sí podemos observar claramente su actitud. ¿Qué actitud? Una actitud relajada, pero segura, podríamos decir de suprema confianza en sí mismo/a, pero, ¡claro!, sobre todo una actitud que emana confianza ciega hacia el personaje político de turno que lanza sus peroratas o mensajes más o menos institucionales. Y sobre todo, una actitud sonriente, siempre sonriente. ¡Cómo sonríen esos personajes anónimos (casi) al fondo de las fotografías. Parecen decir: "crean todo lo que están escuchando, créanlo... además... ¡qué bien habla mi político/a preferido/a, pero que rebien!
Sí, esa sonrisa apenas borrosa, pero perfectamente visible, en segundo plano (como debe ser), apoyando el mensaje del/la jefe/a (como debe ser). Sonrisa de satisfacción, de estómago agradecido, de plenitud, de confianza ciega, como de un amor romántico (aunque me temo que nada de romántico tenga), como de un amor algo tontuelo y descerebrado (ya se sabe que el amor impide el correcto raciocinio y el correcto juicio del amado).
¡Ah, las sonrisas-comparsa que acompañan al poder! ¡Ah, los sonrientes que sonríen siempre, sea cual sea el mensaje o el disparate que se escuche! ¡Ah, el poder omnímodo de la sonrisa! ¡Ah, de sus efectos lenitivos, de sus efectos homeopáticos, de sus terapéuticos efectos!
¿Quién sonríe tras el/la político/ca? ¿Quién decora con su sonrisa el fondo desdibujado de la foto? Y... ¿quién le paga, quién subvenciona esa sonrisa, quién unta la maquinaria de sonreír, quien engrasa esa sonrisa boba, aquiescente, cómplice, canallesca, espuria, cobarde, hipócrita, felona?
Heri Désiré Landru, famoso asesino en serie, asesinaba a sus víctimas (se calcula que unas 300) con una sonrisa. Y es que las cuchilladas con sonrisa son menos (dolorosas). Pero, eso sí, igual de mortales (o más).
Heri Désiré Landru, famoso asesino en serie, asesinaba a sus víctimas (se calcula que unas 300) con una sonrisa. Y es que las cuchilladas con sonrisa son menos (dolorosas). Pero, eso sí, igual de mortales (o más).
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