lunes, 18 de junio de 2012

MÚSICA CELESTIAL, O EL DÍA EN QUE LE HABLÉ AL FRIGORÍFICO (ESTUPEFACCIÓN Nº 9)

ESTUPEFACCIÓN Nº 9:

Se supone que los gobernantes son los representantes de los ciudadanos; se supone que velan por sus intereses; se supone que están donde están para hacer la vida más fácil a todos; se supone que han sido elegidos democráticamente; se supone, por tanto, que deben escuchar al pueblo (siempre soberano) que les ha colocado donde están; se supone que si hacen lo contrario (es decir, no escuchar) están faltando a su primer deber (o son sordos como tapias); se supone que su labor está basada en un afán de servicio desinteresado... lo cual es mucho suponer, claro. Lo que debería de ser no siempre es.
¿A qué viene todo esto?
Un poco de reflexión: estamos asistiendo a una avalancha de manifestaciones, de toda índole, en todas partes. Son tantas que sería tedioso enumerarlas. Y los políticos sin hacer caso, nada de nada. Da igual lo que se reivindique, lo que se pida. Es como hablar a un frigorífico. Algunos dirigentes/as dicen que lo "más fácil es manifestarse tras las pancartas" (¡¡¡), que ellos/as se sienten respaldados por la mayoría que no se manifiesta. Esa mayoría no sé si silenciosa, abúlica, indiferente, tibia o simplemente cobarde. ¿Qué se podría decir, entonces, aplicando esa lógica, respecto a unas elecciones, pongamos generales? Según eso tendría más peso el no voto, es decir, la abstención, es decir, los silenciosos, que el voto emitido. ¿En qué quedamos? Claro, todo depende del momento, de lo que interese en ese momento.
Mientras las calles se llenan de manifestantes reclamando derechos de todos, gritando que se mantengan servicios básicos, una mayoría permanece callada. Esta es la que interesa al poder: la que le da fuerza (o al menos la sensación de fuerza que pretenden tener).
¡Pobre democracia! Paupérrima democracia que nos obliga a predicar en el desierto. Pero hay que exponer lo que siente (con o sin pancarta) aunque jamás seamos escuchados por esas esfinges impávidas que son las tecnócratas encorbatados/as en que se han convertido nuestros/as representantes. Esfinges parlanchinas de un mármol autómata que habla, sí, pero que es sordo a todo lo que no sea la música celestial que quieren oír.

2 comentarios:

  1. Teo, una vez más, me quito el sombrero (aunque no tengo). Fenomenal.

    ResponderEliminar
  2. Felicidades, los que pensamos lo mismo no sabemos comunicarlo de forma tan .... sencilla?

    ResponderEliminar