Hace algunos días comenté algo respecto a la/s sonrisa/s, a su poder terapéutico y a su posible simbolismo.
¿Qué añadir? Bueno, la verdad es que el tema da para mucho y más cuando se ven actitudes que no cesan, actitudes iteradas que son ya un tic continuo en las maneras de nuestros gobernantes.
El ministro Soria (sí, ese que se parece sospechosamente a Aznar) ha negado por dos veces (al menos) en los dos últimos meses que el importe de la factura de la luz subiría. Lo negó como Pedro negó a Jesús, a sabiendas de que estaba negando algo que no se cumpliría. Pedro acabaría siendo santo obispo de Roma y posteriormente sería crucificado cabeza abajo. Me temo que ninguna de estas cosas pasará con el señor ministro.
La cuestión, otra vez (por señalar algo), está en cómo el ministro nos dio la noticia de la (esta vez sí) subida: con esa media sonrisa de hiena que uno no sabe muy bien cómo interpretar: si como malicia, si como estulticia o simplemente como mala leche. Yo me quedaría con un cóctel de todo, una mixtura que hace impresentable a un personaje que (una vez más) hace lo contrario a lo que dice, o dice lo contrario a lo que piensa, o dice lo contrario a lo que le gustaría hacer, pero acaba haciendo lo que realmente le gusta hacer. Es decir: que miente como un bellaco para parecer una cosa, pero acaba haciendo justo lo contrario, porque (como decía el escorpión de la fábula) está es sus genes, en su naturaleza.
Instalados como estamos en la mentira y haciendo de ésta moneda habitual de cambio, acabaremos creyendo que es lo normal mentir, que es lo normal prometer una cosa y caer justo en lo contrario, que es normal tratar al personal como estúpido descerebrado y que, se diga lo que se diga, nada tiene importancia: lo realmente importante es seguir en el poder como sea, sonriendo, eso sí, que las mentiras con Profidén son menos (o eso parecen) y, al final, demostrar que el pueblo soberano es una puta mierda que no merece el más mínimo respeto... total... dimitir, lo que se dice dimitir, no va a dimitir (en este país no dimite ni Dios) y ¿dónde le van a pagar mejor por sonreír de vez en cuando y decir alguna mentirijilla piadosa?
En fin, después de ver y escuchar a tantos miembros gubernamentales mentirnos sistemáticamente y comprobar que aquí no pasa nada, nos queda, amén de cara de gilipollas, las ganas de decir ese refrán tan castizo: "Puta la madre, puta la hija, puta la manta que los cobija".
Sí, pero ¿quién les da la manta?
Enhorabuena por su artículo, es difícil expresar con tanta claridad y sentimiento lo que sentimos muchos ante la sonrisa de hiena del clon de Aznar, quizás es la misma con la que intimidó a quienes le procesaron. Tenga usted una Feliz Navidad con los suyos, morigerada por respeto a los más desprotegidos, pero llena del amor de su familia y amigos. Somos muchos sus admiradores; personalmente, cuando me desborda el trabajo, abro su blog y disfruto con su prosa. Director Azuer Digital.
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