viernes, 9 de agosto de 2013

¿QUIÉN?

¿Quién creyó que los lobos y los lobbies financieros o los politicastros que dictan nuestros destinos, se saciarían con las medidas económicas tomadas y que no repito aquí por no aburrir? ¿Quién creyó que se conformarían con destruirlo todo, con empobrecer al más pobre, más aún? ¿Quién, que sea sensato, creyó que la maquinaria pesada puesta en marcha, a modo de trilladora, pararía sus mandíbulas voraces alguna vez? ¿Quién, que sepa ver, vio alguna luz, siquiera pálida, que alumbre algo de decencia oculta tras las mesas de caoba de despachos infames? ¿Quién, que sepa leer, leyó algo de cordura, en medidas que sólo arrasan, que sólo amasan más y más y más, para los mismos? ¿Quién creyó percibir alguna mano amiga, algún signo de consideración para con los demás, algo que nos haga creer en la humanidad de quien porta trajes cortados a sangre, teñidos con la miseria de los otros, siempre de los otros?
Otra vez Europa (o eso nos dicen), otra vez esa Europa que no quiero, esa madrastra que nos da con  una mano y nos quita con las dos. Otra vez. No les basta. Europa o la madre que la parió, o la madre que amamanta a los buitres que nos asolan con la excusa imperturbable del un déficit que está en todo y todo lo pudre, como un cáncer.
Otra vez desde Europa, desde las altas poltronas, se nos pide, se nos exige, que se bajen más (aún más) los salarios. Eso sí: los nuestros, no los suyos. Ellos son lo bastantes listos para recomendar soluciones que no toquen los forros inmaculados de sus bolsillos. 
¿Quién creyó, repito,  que se saciarían algún día, algún maldito día? ¿Quién?

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