Transcribo dos acepciones del verbo Regenerar, según el DRAE: 1- "Dar nuevo ser a algo que degeneró, restablecerlo o mejorarlo" y 2- : " Hacer que alguien abandone una conducta o unos hábitos reprobables para llevar una vida moral y físicamente ordenada".
Parece de dudosa aplicación este verbo (repito: regenerar) viendo los resultados del XIX Congreso del PP y observando cómo los políticos sobrevivientes a la votación compromisaria maquillan su aversión por el "compañero" contrario con gestos de fingida democracia y golpecito en la espalda (que aquí no pasa nada y todos somos compañeros remando en la misma dirección, porque lo que importa es el partido y nada más y no poner palos en las ruedas y aquí no hay ideologías contrarias, ni paralelas, ni nada de nada, sino un único horizonte, es decir: mandar a Pablo al ostracismo, a Albert a la mierda y al otro Pablo a su chalet de 600 y pico mil euros).
Hemos asistido a un espectáculo en directo, (del que hemos visto lo justo) en el que dos bandos han luchado por presidir un PP en descomposición. Bien. Los dos prometían regeneración, porque el hedor en Génova 13 era (¿es?) bastante notable y había que sacudir las alfombras y abrir las ventanas un poco para que circulara el airecillo. A todo esto, las luchas intestinas han salido a flote y por mucha "integración" que haya, no es posible disimular sonrisas más falsas que el beso de Judas, ni el bulto que señala la presencia del puñales ocultos, prestos a saltar sobre los omóplatos contrincantes con la precisión de una ballesta asesina.
Dicho esto, ¿qué regeneración se puede esperar, viendo los nombres "nuevos"que Pablo Casado saca a la palestra? ¿Qué regeneración, cuando la presencia de Aznar (José María) planea otra vez sobre el ideario neoliberal, azul y blanco?
Pablo Casado, nuevo delfín de la derecha, reparte saludos y agradecimientos a diestro y ¿siniestro? mientras mira de reojo las sombras y las pesadas cortinas tras las que pueden acechar los ojos de Soraya. Pero no pasa nada; esto es cosa normal en la política: que se lo pregunten a César (el pobre), aquel que fue apuñalado por (entre otros) Bruto, al que apreciaba como a un hijo.
Propongo ahora una tercera acepción del verbo regenerar: "Someter las materias desechadas a determinados tratamientos para su reutilización". ¡Viva el DRAE!, que ha dado, otra vez, en el mismísimo clavo. Y sin ideologías sospechosas de rojez, rubor, ni giros izquierdistas.
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