Bueno, el pasado día 19 (viernes),
presenté oficialmente en la Biblioteca Municipal de mi pueblo (Manzanares), mi último poemario publicado:
"Phaebus habla". Otro hijo más que nace porque ya se estaba haciendo
viejo en mi útero y corría peligro de aborto chungo; así las cosas, había que
dar a la luz lo que estuvo en la oscuridad y gemía con rabia por aflorar a la
visión del siempre hipotético lector.
El acto, a pesar
del calor y el baloncesto, contó con la presencia de un público fiel y de un
puñado de amigos que son, en el fondo, quienes nos leen y nos soportan.
La poesía es como
las truchas: se pasa la vida luchando contra la corriente de un río, nadando
contracorriente para desovar, muriendo muchas de ellas en un intento
desesperado por poner sus huevos allí donde nacieron, un afán exhaustivo por
volver a la raíz, por buscar un origen y afirmarse en sí mismas. Lucha que se convierte en el fin de una vida, en la supervivencia como arte de llevar la
contraria.
Me voy por las
ramas. Quien quiera sacar conclusiones, que las saque; quien no, no; tampoco importa mucho.
Ahí dejo alguna
imagen de la tertulia que se montó en mi estudio, después del acto de presentación en el que, por cierto, hubo música interpretada por dos jóvenes entusiastas (Marina y Pablo), presencia oficial por parte de la municipalidad y alusiones literarias de primer orden que Cristóbal, incansable amigo, apuntó con generosidad.
La luz azul es una metáfora poética; la ausencia
de informaciones (al día de hoy, 26 de agosto, no he visto ninguna
referencia de la presentación en prensa escrita, aunque quién sabe si habrá algo en el tótum revolútum internauta, que es como decir en lo efímero fantasmal, o sea: en la nada) es también
significativa.
Por dejar, ahí lo dejo. Me voy a desovar corriente arriba; a ver si llego al origen y no muerdo el anzuelo de ningún pescador.
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