miércoles, 11 de junio de 2014

IGUALES, DISTINTOS

¿Somos o no somos todos los ciudadanos iguales ante la Ley?... es evidente que no. Esta verdad enorme no es reconocida oficialmente, por supuesto, pues hacerlo sería políticamente incorrecto y, desde luego, estaría muy, muy feo decirlo públicamente... ¡faltaría más!
Uno de los pilares del estado de derecho es la igualdad de TODOS frente a la Ley, principio incuestionable de puro lógico, si es que estamos donde decimos estar y no en un reino de taifas o en un condado medieval.
Bien. Así las cosas y, manteniendo siempre las buenas apariencias, no me explico cómo se le está dando tanto bombo a la "aforación" del hasta ahora rey. Parece que es cosa esencial, de mortal necesidad y cuestión de extrema y enorme urgencia. Y yo, desde mi candidez, me pregunto si es que se espera que el monarca delinca o si es que delinquió antes y puede ser imputado en cualquier momento... En fin, que alguien me lo aclare.
Supongo (no soy tan ingenuo) que se dirá que el exrey no puede ser menos que un diputado y que si éste (el diputado) está aforado ¿cómo no lo va a estar él (el ex)? También se me podrá decir que ser aforado no supone ser intocable: sólo supone que debe ser juzgado por un tribunal especial (Tribunal Supremo o Tribunal Superior), distinto al tribunal que juzga al común de los mortales. ¿Por qué? Pues se supone (eso nos dicen) que los Tribunales Superiores son más "inmunes" a las presiones externas que los Tribunales ordinarios... (¿?)
En España existen, según mis informes, unos ¡10.000! aforados ¡10.000! entre pitos y flautas. 10.000 personas que, si cometen delito, serán juzgados por un Tribunal Superior y siguiendo unas normas especiales. Esto no pasa, que yo sepa, en ningún país democrático, al menos en tan ingente cantidad.
Una lectura: ¿somos aquí más listos, más democráticos, nos la cogemos con papel de fumar? Otra lectura: ¿o hay aquí más infractores potenciales de la Ley al amparo, siquiera sea parcialmente, de la misma (de la Ley)?
Iguales, distintos. Cuestión de matices, cuestión de escalafones, cuestión de trajes de chaqueta. Pero, desde luego, iguales, lo que se dice iguales... ¡tururú!

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