Para bien o para mal, vivo en un pueblo. Pueblo que, además, es manchego. Ya se sabe que en un pueblo nos conocemos todos (más o menos) y sabemos (más o menos) de qué pie cojeamos. Vale.
¿A qué viene esto? Pues resulta que en este pueblo (Manzanares se llama) se escribe algún blog que se dedica, fundamentalmente, a dar noticias locales; noticias que (como es de rigor) admiten los comentarios del hipotético lector. Vale. ¿Y? Pues me ha llamado la atención de que la inmensa mayoría de estos comentarios vienen "firmados" como "anónimo". Los hay de todo tamaño y color, aunque predomina la crítica a la municipalidad y manifiestan palpablemente un descontento general. Vale. Y yo me pregunto: ¿por qué diablos nadie firma con su nombre estos comentarios? ¿Por qué, si estamos en democracia, casi nadie se atreve a firmar lo que expresa, lo que siente, lo que, con todo el derecho del mundo, puede (y hasta debe) manifestar?
Aquí enlazo con el prólogo: estamos en un pueblo. Y como por aquí se dice: "no hay que significarse". Esta expresión ya la escuchaba yo de pequeño: "no te signifiques". Tras ella había miedo, mucho miedo. Parece ser que ahora, el miedo sigue estando donde siempre estuvo: en el inconsciente colectivo de un pueblo (y hablo del pueblo español en general) que lleva grabado a fuego el miedo en sus entrañas. No te signifiques, chico, no digas lo que piensas, no vaya a ser que te señalen, no vaya a ser que se den cuenta que no eres de los suyos, no vaya a ser que piensen que piensas...
La grandeza de la democracia (una de ellas) es la libertad de expresión. Hablar sin miedo de cualquier cosa, con respeto, con conocimiento, con convencimiento. Pero ¡ay! ahí está el miedo, pues hay miedo en las palabras cuando estas no se ponen en pie con la dignidad que jamás estará tras el anonimato. El anonimato encierra miedo o traición, es sospechoso siempre, es cobarde.
¿Cuándo perderemos el miedo lastrado por nuestros padres, el miedo larvado en nuestras almas de españolitos?
Estamos (estoy) en un pueblo. Alguien nos puede señalar; podemos, por ejemplo, perder nuestro puesto en la cola de la bolsa de ese trabajo municipal que necesitamos o, simplemente, nos pueden mirar mal al acudir a cualquier institución municipal... no sé.
No significarse. No hablar (¿para qué, si no sirve para nada?, nos dirán).
Ser anónimo. Perderse en el anonimato, diluirse, y desde allí, en el mejor de los casos, lanzar una pequeña voz, anónima, tímida, no vaya a ser que... porque las paredes (y no digamos internet) oyen. Vale.
Totalmente de acuerdo. Yo he escrito algunos comentarios en ese blog, si bien tengo que reconocer que apenas comparto el contenido del blog, y en la mayoría de las ocasiones sí he firmado con mi nombre, ... pero no siempre.
ResponderEliminarEs cierto, Sr. Teo Serna, pero es lo que impera en estos momentos con el afloramiento de los foros y blogs. En el "anónimo" se oculta el nombre pero no el sentimiento real y veraz de lo que la libertad de expresión permite al ciudadano de a pie (eso sí, con argumentación y responsabilidad). Lo mejor, como expresa en su artículo sería jugar tod@s con las cartas boca arriba, cuando se manifiesten opiniones, comentarios y aseveraciones. Pero ya ve Ud., en éste país comentarios por imparciales que parezcan producen el efecto de desaprobación en la parte afectada, aunque sean verdades como templos. Y, andando como andamos, con éste país a cuestas de promesas incumplidas de legisladores de todo tipo, infinitamente mejorable en justicia social, se antepone los posibles dolores de cabeza con el paisano, amigo, representante municipal, cargo público, etc., que el beneficio de la expresión con libertad y .... sin miedo. No debería pasar en una democracia absoluta de respeto y actitud tolerante. A ver si con el esfuerzo de tod@s la sacamos de la pantomima. Sé que Ud. sufre por sus artículos con muchos de los asuntos y desconsideraciones en la vida que nos rodea y, a veces, se lo pagan con un silente aprecio.
ResponderEliminarLe sigo casi a diario sus ítem y lo valoro como un blog donde lo ecuánime y sensato destaca por encima de todo. Para mí, son como los de, Antonio Gala, en la Tronera. Felicidades. Disculpe y perdone que un paisano se despida como .....¡anónimo!