Las rubias oxigenadas al ataque, otra vez.
Ahora resulta que se trata de "racionalizar" el derecho a la manifestación (que es un derecho constitucional, como todo el mundo sabe). "Racionalizar". Tiemblo ante la manipulación léxica, ante la ingeniería (ya todo es ingeniería y tecnocracia) verbal, ante el eufemismo, ante el ataque de la mujer de 50 pies (¿recuerdan esa peli de serie B de los años 50?) de apellido Cifuentes, de ocupación delegada del Gobierno en Madrid.
No sé qué se pretende (sí lo sé). ¿Reducir las manifestaciones a un circuito, a un "manifestódromo"? ¿Ocultar el descontento del personal? ¿Reducir el derecho de manifestación a una simple exposición políticamente correcta, descafeinada, desarmada de todo contenido social, algo así como una pasarela de moda social en la que pasear sin molestar, con pancartas de diseño?
"Que se manifiesten ellos", dicen, claro; como antes se dijo "que inventen ellos" o ahora "que se jodan ellos".
Las rubias atacan otra vez como ya lo hiciera la mujer de 50 pies. Y el gobierno, en vez de preguntarse por qué se manifiesta tanto la gente, por qué hay tanta frustración, tanto descontento, que siga a lo suyo: a racionalizar, racionalmente racional ¡jo!
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