Voy a contar un cuento. Un cuento chino. Un cuento que seguramente muchos conocerán, pero que contaré de todas formas. En paráfrasis:
Había una vez (siempre hubo una vez) un emperador chino que se hizo fabricar un anillo con los mejores y más nobles metales del reino, con piedras preciosas incrustadas, y finamente labrado. Una vez terminado el anillo, el emperador mandó llamar a los sabios del reino, los reunió en una cámara oculta y les hizo un encargo: deberían grabar en el anillo una frase que le sirviera para siempre y en toda circunstancia para superar cualquier momento de adversidad. Pasados unos días, los sabios devolvieron al emperador el anillo con una frase grabada, según el mandato que recibieron. El emperador no miró el anillo, simplemente lo envolvió en seda y lo guardó en un cajón secreto. Al poco tiempo, el país fue invadido por ejércitos extraños y el emperador perdió a su esposa; en aquellos momentos de tribulación, se acordó del anillo, lo buscó y con un temblor en las manos miró la frase grabada. Leyó: "también esto pasará". Aquella frase sirvió de alivio y consuelo al emperador, que superó la pérdida de su esposa y recuperó el control de su reino. Fue entonces, en esos momentos de alegría, cuando los sabios recomendaron al emperador que volviera a leer al anillo. ¿Para qué, si soy feliz ahora?, respondió el monarca. Por eso mismo, respondieron los sabios, porque todo pasa, todo es provisional: la alegría y la tristeza, la felicidad y la desgracia; la vida es efímera y en su corto recorrido nada nos es dado de una manera permanente; hay que ser humilde y saberse poseedor de dones pasajeros y desgracias que acabarán y se marcharán como las aguas de los ríos, para confundirse luego en una corriente que, siendo la misma siempre, no se repite nunca. El emperador recapacitó, sonrió y desde entonces fue un gobernante sabio, prudente y justo. Nunca se quitó el anillo, que colocó como recordatorio en su dedo índice izquierdo, para llevarlo lo más cerca posible del corazón.
En estos tiempos aciagos, conviene recordar este cuento, quizá como sabio consuelo, quizá como gran esperanza. TAMBIÉN ESTO PASARÁ.
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