jueves, 20 de noviembre de 2014

BIENAVENTURADOS Y PONER CARA DE PÓQUER

Si yo fuera Presidente del Gobierno (hipótesis de altísima ficción y harto improbable) y me pusieran encima de la mesa un informe en el que se dice que (por ejemplo) el 20% de la población madrileña (1,3 millones de seres humanos) está en riesgo de caer en la pobreza; que 212.000 hogares madrileños están en riesgo de exclusión social y que de estas familias 117.000 están en riesgo de emergencia social... ¿qué cara me quedaría? ¿Cómo podría estar orgulloso de ser Presidente del Gobierno de un país que (entre otros aún peores) tiene estos datos estadísticos (es decir, matemáticos y objetivos)? ¿Cómo podría sonreír  desde las pantallas de plasma con estos datos que serían (y son) una vergüenza, para cualquiera? ¿Cómo sonreír cuando se tiene la pobreza en las aceras de las calles, en las colas del paro, llamando a las puertas de las casas,  mientras un porcentaje mínimo acumula casi toda la riqueza de un país?
Habría que tener una cara muy dura y ponerla de póquer, como diciendo "no sé nada, no veo nada, nada malo sucede a mi alrededor, todo va viento en popa, a mí las únicas estadísticas que me interesan son las que me son favorables para las elecciones próximas..."
Poner cara de póquer, ponerse de perfil, porque la pobreza tizna cuando estalla (como dijo el poeta) y no vaya a ser que me salpique algo en mi inmaculado traje.
¿Presidente yo? Sí. Pero sólo de algunos, ¡faltaría más! (o como dirían ellos: "como no puede ser de otra manera").
España es el país europeo en el que más ha crecido la diferencia social, el abismo (ya sé que alguien dirá que simplista) entre ricos y pobres, entre los que tienen algo y los que no tienen ¡na!

Entre tanto, nos quedan las bienaventuranzas católicas. Cito algunas de San Lucas:
-Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados.
-Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis.
-Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.
Y otra de San Mateo:
-Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la herencia de la tierra.

Mientras llega esa herencia, a joderse, hermanos desharrapados, nuevos pobres y pobres viejos; neopobres arrojados a las escombreras de la crisis.
¡Menos mal que la religión consuela en este mundo con la promesa de lo que pueda (o no) pasar en el otro!


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