Dicen que dijo Aristóteles aquello de que "la política es el arte de lo posible". Deja esta aseveración marginada la imaginación, pues ésta (la imaginación) no recurre a lo evidente (y por extensión a lo posible): la imaginación recurre a lo imposible o a lo que, al menos, siendo posible, es improbable.
Fue en aquellos tiempos del Mayo Francés cuando apareció el lema:"la imaginación al poder", como lucha contra una política chata que no veía más allá de sus intereses partidistas. ¡Qué tiempos! Se unieron entonces el pueblo y una intelectualidad comprometida que hacía de la poesía arma posible para lograr imposibles. Luego pasó lo que pasó y aquellos poetas se transformaron en tecnócratas que cambiaron las flores por los iPad, pasando a ser tangiblemente posibles...
¿Y ahora? ¿Qué es la política, en qué quedaron los principios "posibles" y los supuestos imposibles? Yo diría que ahora la política es el arte del escamoteo. Posible, sí, pero escamoteo. Las cosas desaparecen frente a nuestros ojos asombrados: los principios, las promesas, la ética, el supuesto afán de servicio público, la inteligencia... Y así, lo posible se hace presente cotidiano en la nada; lo posible se hace romo y se diluye en aguas turbulentas que arrastran siempre al marginado, al débil, al pobre, al indefenso, al paria o, simplemente, al raro que quiere hacer de lo imposible una posibilidad, siquiera remota, harto ya de tanta grisura y de tanta chanza de bobo prepotente.
En este escenario aparece ahora en España, Podemos. Muchos tiemblan, insultan y arremeten contra lo desconocido, porque temen lo que de imposible puedan conseguir; porque temen que lo imposible pueda suceder, porque, quizá, lo imposible no lo es tanto, después de todo; porque, quizá, lo imposible lo es solamente porque nos han dicho que lo es.
Woody Allen dijo que "la vocación de un político de carrera es hacer de cada solución un problema". Es hora de hacer de cada solución una posibilidad cierta y de cada problema una posibilidad para una solución. Es hora de que el problema deje de ser, no la política: el político.
¿Podemos? En nuestras manos está. Y sólo en las nuestras.
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