jueves, 1 de junio de 2017

PIQUITO DE ORO O CÓMO SER POBRE DE SOLEMNIDAD

¿Qué se puede esperar de un país en el que el fiscal jefe Anticorrupción está bajo sospecha de corrupción? ¿Es el mundo al revés? ¿Es el mundo desquiciado?... ¿O es simplemente el imperio del mal contraatacando con un Darth Vader de andar por casa (o de andar por Panamá) a la cabeza?
Para colmo de los colmos, uno escucha declaraciones de la señora Villalobos, doña Celia (ínclita diputada del PP, ex alcaldesa de Málaga, ex Ministra de Sanidad, ex Secretaria segunda y cuarta del Congreso de los Diputados, ex Vicepresidenta del Congreso de los Diputados y toda una lección permanente de comportamiento, vocabulario, piquito de oro y maneras). 
Para colmo, repito, uno escucha, no con sorpresa; con pasmo, con estupefacción y asombro múltiple, las declaraciones de la luminaria doña Celia, defendiendo a Moix, el anticorrupto, la otra estrella mediática, en las que dice:  "Hay que hacer una reflexión sobre qué tipo de dirigentes en todos los ámbitos queremos. A lo mejor queremos que sea alguien que salga de una clausura y por lo tanto sea pobre de solemnidad y no tenga derecho a tener nada..." Y continúa apostillando: "...sinceramente no sé a dónde vamos a llegar".
Pues, efectivamente, doña Celia, no sé a dónde vamos a llegar, mientras haya personas que piensen como usted y defiendan lo indefendible; aunque, claro, hasta al demonio se le puede defender, al pobre, que no es más que un angelito caído.
Una cosa le aclaro, afirmo y rubrico: Sí, hay que hacer una reflexión (pero que profunda) sobre los dirigentes que queremos... y esta reflexión se resume muy simplemente, tan simplemente que hasta un político lo puede entender: queremos dirigentes honrados, punto. HONRADOS, señora Celia. No queremos chorizos, arribistas, blanqueadores de dinero, moradores de paraísos financieros, prevaricadores, corruptos en general, gentuza. 
Si no tener cuentas opacas en Panamá implica ser pobre de solemnidad, casi toda España está sumida en la indigencia. Claro, que algunos lo están en otras indigencias: la mental y la moral. 
Lleva razón: no sé dónde vamos a llegar. ¿Me lo puede aclarar usted, por fa? 

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