miércoles, 31 de mayo de 2017

EL PAN, LA ESTUPIDEZ, LA TONTERÍA, LAS TECNOLOGÍAS PUNTA, LOS CUENTOS COLOREADOS POR WALT DISNEY

¿Por qué será que cada vez aguanto menos la estupidez humana o su equivalente y sinónimo, la necedad? Bueno, habría que decir "la estupidez" a secas, porque los animales no son estúpidos; ésta (la estupidez) es patrimonio exclusivo de la especie humana y crea con ella una amalgama que se digiere mal y sienta peor, pero que cada vez se ingiere con más frecuencia.
Aquello de "comulgar con ruedas de molino" está a la orden del día y tenemos ya un empacho de granito que ya, ya... Parece que no queda más remedio que tragarse todo por aquello de lo políticamente correcto; por aquello de "no significarse"; por aquello de parecer "tolerante", con una tolerancia mal entendida; por aquello del silencio cómodo, cuando, en realidad, es silencio cómplice.
No sabría por dónde empezar (y tampoco lo pretendo) si hiciera un listado, siquera fuese somero, de las estupideces más rotundas que nos rodean, acosan, atosigan, manipulan y acojonan... pues todos estos presentes de indicativo, tercera persona del plural, son conjugados por la estupidez con desfachatez impune.
Pero la estupidez, siendo como es cosa abundante y grave, lo es más cuando proviene de las esferas políticas, de las altas representaciones del pueblo soberano. Y ya no se sabe bien si él (el pueblo) está soñando, está delirando o está definitivamente dormido para no despertar jamás, a no ser por ósculo breve de príncipe encantado que por allí pasara, cual pipiolo de cuento coloreado por Walt Disney, dispuesto a convertir a la Bella Durmiente en rana o viceversa... que ya me estoy liando y estoy mezclando, me temo, cuentos y leyendas (por cierto bastante crueles y estúpidas, también ellas).
Mientras somos bombardeados por televisiones estúpidas, por noticieros estúpidos, por estúpidos políticos, nos vamos apagando como cabo de vela reducido ya a pavesa triste, entretenidos (eso sí) por altas tecnologías que nos hacen ser más y más estúpidos y nos hacen creer que tenemos miles de amigos, que somos la leche porque nos dan cientos de "me gusta" y porque comparten nuestras tristes paranoias (como quizá ésta).
Por decirlo con frase cañí, racialmente manchega (y por lo tanto recia, basta, hiriente en lo sarcástico, pero sabia en lo profundo) en este día "tan señalado", autonómico y poco más: "cuánto tonto cría el pan blanco" Y eso que ahora la mayoría del pan ya no es ni blanco: es de esos medio cocinados que ya ni son pan, ni son ná. Ni chicha ni limoná. 



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