miércoles, 27 de febrero de 2019

EL DEDO Y LA LUNA O ESTUPEFACTO ME HALLO

Hace demasiado tiempo que no me asomo a este balcón del desencanto, de la indignación o del aburrimiento, depende del día. Y es que uno no sabe ya por dónde empezar, dado el aluvión de noticias y premoniciones que se nos viene encima.
En fin, sea como sea, empiezo a desahogarme (que no es otra cosa lo que hago).

Tengo la sensación terrible de estar en el día de la marmota, es decir: de estar en un bucle temporal en el que todo se repite, con la particularidad de que, esa repetición es cada vez un poquito a peor, que gira como una espiral que buscara su centro oscuro, su agujero negro que, tarde o temprano, nos abducirá a todos.
Asisto con estupefacción  (es decir: estoy atónito, pasmado) al espectáculo  de variedades políticas y multicolores (y sin embargo, previsibles); y digo "multicolores" en sentido peyorativo, como abigarrada confusión o mezcolanza que, lejos de componer estéticas propuestas, embarran, confunden o enlodan, como mano que agitara el fondo fangoso de un río para, revueltas sus aguas, obtener una nube que impida la visión clara de la otrora cristalina corriente. 
No salgo de mi asombro ante tanta afirmación sin fuste, ante tanta descalificación burda, ante tanto insulto pandillero que sólo preludia, pone en relieve y descubre la falta de formación, la falta de ideas, el exceso de soberbia, las ansias por gobernar a toda costa, el afán por la poltrona, el ocultismo de tanta tropelía cometida, el escamoteo de barbaridades de toda índole, la malvada inquina, el cainismo patrio, la estulticia generalizada, la desfachatez inmensa, la cara dura de quien tiró la piedra y escondió la mano para luego volver a coger otra piedra y arrojarla con tino de David al ojo del adversario y, de paso, a todo ciudadano de bien que se precie.
Mientras, en este caldo de cultivo como sopa primigenia que se está cociendo, los salvadores patrios acuden como abejas a una miel que mana de las heridas que nosotros mismos nos infligimos en masoquismo absurdo; las trompetas suenan ante las puertas de una Jericó que no se resisten porque ya no saben distinguir el grano de la paja y casi todo es paja, arena, mierda. Los sacerdotes vengadores siguen soplando trompetas y aporreando atabales y dulzainas en estruendo ensordecedor que me río yo de bachata o reguetón sonando en chiringuito de feria. 
Sí, King Crimson, Confusión será mi epitafio.
Así las cosas, conviene recordar más que nunca el preclaro proverbio chino :"Cuando el sabio señala la luna, el idiota mira al dedo".
Y la luna... ¿dónde está la luna, dónde el dedo, dónde el sabio?

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