miércoles, 19 de julio de 2017

LA VICTORIA ¡VAYA QUE SÍ!

18 de julio, 2017: 
Veo (y oigo) con estupefacción las declaraciones (en la Cuatro) de un señor afirmando que si se exhuma el cadáver de Franco del Valle de los Caídos, "correrá sangre". ¿Quién dijo aquello de que todo estaba "atado y bien atado"? Efectivamente, así ha debido de ser, cuando, pasados ya 42 años tras la muerte del dictador, aún se pueden escuchar afirmaciones semejantes.
Veo manifestaciones brazo en alto, oigo el "Cara al Sol", por las calles desfilan jóvenes (que ni siquiera habían nacido cuando Franco murió) con camisetas estampadas con el águila preconstitucional; en el nefasto Valle de los Caídos se dicen misas en loor del dictador, por si necesitara alguna ayudita en el más allá para auparse definitivamente al reino de los cielos y morar a la diestra del Padre con las bendiciones todas del clero y el aroma del incienso rancio.
Que España es diferente, lo sabemos, ¡vaya que sí! Que España sea el único país demócrata en el que se sigue manteniendo la memoria y el legado de un dictador (en calles, plazas, colegios, institutos, etc. etc.) es harina de otro costal. Que España siga manteniendo una mochila llena de muertos fusilados, con el beneplácito del gobierno y la ignorancia de la mayoría de los partidos, es harina de otro costal. Que la mayoría de los niños ignore que en este país hubo una guerra fratricida, porque simplemente no se les enseña historia, es harina de otro costal. Que alguien diga que "a nosotros no nos interesa el pasado porque miramos al futuro", es harina de otro costal. Que el miedo siga instalado en el tuétano de muchos ciudadanos, hoy, pasados 78 años de la gloriosa "victoria nacional", es harina de otro costal. Que aún se baje la voz para referirse a las barbaridades de la guerra civil, es harina de otro costal. Que haya partidos políticos que por acción u omisión impidan la limpieza de la memoria histórica, sanando de una vez por todas las heridas falsamente cerradas, es harina de otro costal... ¿De qué costal? Del costal del miedo, del costal de la incultura, del costal de la infamia, del costal de la injusticia. Del costal hediondo de una dictadura que asoma aún (sí, aún), a poco que se rasque la pintura brillante de nuestra llamada democracia, como diciendo: "Todo quedó atado y bien atado. Y aquí seguiré ad eternum (y ad nauseam)".

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