martes, 27 de junio de 2017

¿DE QUÉ ESTAMOS ORGULLOSOS?

Sabemos que la política va a remolque de la sociedad; que ésta (la sociedad) tira de ella y le obliga a tomar decisiones que no tomaría de motu proprio, de tal manera que parece que determinadas cosas se han hecho gracias a los políticos, cuando en realidad ha sido al contrario: han sido los políticos los que han recogido un clamor popular y no han tenido más remedio que hacerlo propio (mal que les pese a algunos).
Así ha sucedido con el llamado día del orgullo, al que ahora se han apuntado políticos de todos los colores con ánimo ¿tolerante? y festivo, aunque la procesión vaya por dentro. Pero lo que toca es bailar bajo banderas multicolores y ser más abierto y "moderno" que nadie... quien no esté en la manifestación portando pancarta y lema, no saldrá en la foto y, por lo tanto, será apartado de lo "políticamente correcto", tachado de retrógrado, carca y a saber qué cosas más.
El movimiento LGTB lleva años luchando por entrar en vías de normalización (entiéndase ésta, no como entrar en la norma, sino como aceptación de lo diferente y como respeto a otras opciones sexuales y vitales); quizá también deberían hacerlo otras opciones (heterosexuales) que a veces se muestran de una manera tímida, cuando no manifiestamente acomplejadas. Pasamos en muchas ocasiones de un extremo a otro, yendo de la Ceca a la Meca como quien da palos de ciego, tratando, eso sí, de ser siempre lo más cool del mundo.
Que cada uno se acueste con quien quiera o quien pueda, que ancha es Castilla y sólo se vive una vez. Que cada cual haga de su capa un sayo y, tranquilamente, sin alharacas innecesarias ni afectaciones, viva su vida con coherencia y respeto hacia los demás. Que nadie tache de nada a nadie; que nadie sea tachado de nada; que nadie juzgue; que nadie reprima su verdad; que nadie sea lo que no es; que todo el mundo sea él mismo, pues así comprenderá al otro (en su más amplio espectro), comprenderá y dejará esa palabra: "tolerante", pues "tolerar" supone aceptar a regañadientes lo que, en el fondo, no nos gusta. Y recurro otra vez más al DRAE: 
Tolerar: Llevar con paciencia.
              Permitir algo que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente.
              Resistir, soportar, especialmente un alimento o medicina.

Pero, en fin, también es verdad que hay una última acepción: "Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias". Y de respetar sí que deberíamos estar orgullosos; no confundamos orgullo con ruido, ni hagamos ruido innecesario, pues éste disfraza lo banal y lo estúpido con apariencia grandilocuente de globo inflado.
Con esto me quedo. Políticos ruidosos abstenerse.


1 comentario:

  1. Pienso de igual forma que tú
    Pienso que la palabra clave es respeto.
    Lo que ocurre hoy en Madrid es simplemente apariencia.
    El respeto es otra cosa.
    Y dicho sea de paso la tolerancia también.

    ResponderEliminar