Seré breve:
Es acojonante lo que se escucha en este país; es acojonante lo que dicen nuestros políticos. Verbigracia: el señor Aznar (don José María, ex, ex de varias presidencias, ex de varias cosas, ínclito de otras tantas), el señor Aznar, itero, afirma que "en España no ha habido recortes". Lo afirma y se queda tan pancho, con su biqote impoluto y su tupé recolocado. Y lo que es más: se cree lo que dice, sumido como está en su burbuja rosa de intocable agradecido, recolocado-recalificado vía puerta giratoria. Dicha la parida del año, sonríe con sonrisa ladina, con oscuro entrecejo, con pinta de esas de malo de película (¡a ver quién le da la espalda!) y con gesto solemne, pontifica y reparte sus bendiciones urbi et orbi para los creyentes que, como él, se creen sus palabras como palabra de Dios, te alabamos Señor. Para que luego digan que los políticos no están en contacto con el pueblo, que no saben de los problemas cotidianos, de la realidad que hace día a día las entrañas del país. ¡Infamia, maledicencia, ignominia! Nada más lejos de la realidad (de la realidad paralela, claro; de la realidad de la cuarta dimensión; de la realidad matrix que sólo pueden ver los iniciados).
¿Recortes a mí? ¿Recortitos? Sí, a ti te digo, a ti, el del espejo... ¿Hablas conmigo? Soy el único aquí. ¿Con quién carajos crees que hablas?
Seguimos en el cine. Pero no vemos una peli tan buena como Taxi Driver, no. Esta es una película de serie B, al estilo giallo, con sangre y vísceras por todas partes: un subgénero saturado de color que tanto gusta a los frikis.
¿Recortes? Para nada. La demostración es palpable, inevitable, palmaria: el señor Aznar no está recortado, sigue ahí, ad eternum; per secula seculorum. ¿Amén?
No hay comentarios:
Publicar un comentario