domingo, 26 de febrero de 2017

CARNAVAL Y CORRUPTOS O LA VIDA ES ASÍN

Carnaval, carnaval. La vida es un carnaval constante (Perogrullo dixit) ¡cómo no! ¿Quién dijo aquello de "cuando alguien se pone una máscara, no se la pone, se la quita"?
Carnaval en España. Solana y Goya; Zabaleta también y Picasso y Valle-Inclán y Gómez de la Serna y el tribunal de la Santa Inquisición. Todos: España en las tripas; España en el bajo vientre, en los intestinos, en el vomitón de después del morapio y el cubata de garrafón (marca blanca de rellenado clandestino; marca de dar gato por liebre; marca de club de alterne de carretera nacional dirección Andalucía; alcohol de risa ligera y sueño hondo con pesadillas de carne macerada en barra americana).
Las calles llenas de máscaras; las máscaras llenas de alcohol; el alcohol lleno de amargos sueños. La astracanada, el esperpento. España llena de corruptos con máscaras que nadie se cree, que nadie respeta, que nadie tolera ya. España llena de imputados con tarjes de Armani y camisas de cuellos blanquísimos. Todo se blanquea, oiga: el dinero, las camisas, la dentadura, la imagen, la conciencia. Todo. Estamos de oferta, estamos que lo tiramos. Esto es de chufla, una ganga, una oportunidad única. ¡Lo estamos vendiendo, lo estamos regalando! Y la bolita en marcha otra vez... y otro premio más, otra muñeca chochona, otro perrito piloto.
Las calles como un río de disfraces; los juzgados de guardia, las cárceles preventivas, los bancos con sus cajas fuertes y sus cláusulas suelo, la realeza que de tan real ha pasado a ser humanamente corrupta, humanamente débil ¡pobre ella!... se ha pasado ya al lado oscuro y no son suficientes legiones de abogados inmaculados para lavar tanta mierda; no son suficientes las suturas de los leguleyos; no son suficientes los algodones de los ambigús cubiertos con espesas moquetas rojas; no son suficientes...
España de carnaval. La vida de carnaval. Y todos con la máscara puesta, amarrada de tal forma que ya es parte del rostro, como su segunda piel... ¿cuál es más real? Y la samba sonando y el Chiringuito y Paquito Chocolatero... y todos bailando como locos. Porque hay que olvidar, por un momento, que todo es una mentira atroz, una mentira hecha para estúpidos. 
Ya lo dijo Shakespeare, hace mucho: "la vida es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no tiene ningún sentido".
¿A que no me conoces?

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