martes, 28 de junio de 2016

LOS OTROS, EL TORO DE OSBORNE Y EL CABALLO DE ESPARTERO (ENTRE OTRAS COSAS): UNA REFLEXIÓN POLÍTICAMENTE INCORRECTA

Después de la última jornada electoral, una pequeña reflexión sobre lo sucedido, para intentar comprender las causas del descalabro de la izquierda y saber el porqué de la subida del PP.
Bueno, saber, lo que se dice saber, es un decir, porque ni los más sesudos analistas políticos saben la razón última de tamaño resultado, oscilando las posiciones analíticas entre la incredulidad y el pasmo. Incredulidad que el propio PP tiene al conseguir estos resultados; pasmo que IU-Podemos aún no ha digerido.
¿Qué pasó? ¿Por qué un partido que nos sorprende día a día con un caso nuevo de corrupción, sigue ahí, tan curro, sacando pecho y diputados? En cualquier país sensato, estas cosas habrían pasado una factura altísima al partido; aquí, lo ha aupado como  la espuma, emitiéndose, de una manera colateral, el mensaje de que el electorado premia más a quien más se corrompe (!¡). Así de simple y así de ilógico.
Los politólogos harán copiosos estudios sobre las causas del resultado; los sociólogos harán lo propio; los etnólogos, los barrenderos del barrio, el panadero que nos vende la barra diaria...
Yo voy a aportar mi granito de arena, de una manera políticamente incorrecta:
Creo que se ha votado "por mis cojones". España es un país cargado de testosterona: ahí está el caballo de Espartero y el toro de Osborne... y ahí están, encima de la mesa, los testículos cuando la razón falta. De nada sirve razonar cuando es la hormona esteroidea sexual la que prima: se hacen las cosas porque sí, !por mis cojones¡ Y punto. ¿Que son corruptos? Me la pela. ¿Que han traído aún más desigualdad? Pamplinas. ¿Que han formado tramas de financiación ilegal? Pues qué cosa. ¿Que han evaporado cientos de millones públicos y los han licuado luego en cuentas de amiguetes? Pequeñeces. Y así ad nauseam... 
El caso es que no lleguen los otros. ¡Ah, los otros!: la otredad, lo diferente, la amenaza latente. El miedo. El miedo meticulosamente administrado con dosis de caballo, día tras día, machaconamente. El miedo, la sinrazón y los cojones. ¿Por qué? Ya lo he dicho: porque sí, por mis tales... y el que quiera que lo tome y el que no, que le den. Y no hay otra; no hay otros.

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