sábado, 30 de enero de 2016

OTHAR CABALGA DE NUEVO O AQUÍ NO DIALOGA NI DIOS

Hay cosas en el actual panorama político español dan que pensar... y mucho. 
No estamos acostumbrados (no están acostumbrados) al debate sincero, al debate abierto, sin prejuicios, al debate que (realmente) pretenda llegar a alguna parte que no sea el estancamiento en lodazales con parada y marcha atrás. No hay voluntad de entendimiento, en absoluto, no la hay, NO LA HAY. Aquí lo que se pretende, a lo que se aspira de verdad, es a conseguir el mango del rodillo y con él una mayoría absoluta que permita hacer lo que más convenga (lo que más les convenga) tan ricamente, sin tener que contrastar ideas, ni programas, ni nada de nada; sin tener otra cosa que hacer más que levantar la mano o dar al botón del SÍ cuando toque. La política-elefante diría yo, la política que primero aplasta y luego se hace la víctima si no consigue lo que quiere, echando siempre la culpa a la chepa ajena, porque él (el rodillo) es, además de todopoderoso, infalible y ubicuo.
Aquí no dialoga ni Dios; aquí en este barrizal de corrupción donde se consiente casi todo, menos el raciocinio y el sentido común. Aquí, cuando los dinosaurios de derecha e izquierda, tras lamerse sus heridas, se permiten asesorar a multinacionales y a sus otrora partidos, dando lecciones a diestra y siniestra, enarbolando su razón única como única razón posible... Aquí donde todos a una van contra todos, pero no todos saben, contra quién(es) van, en una huida ciega que no aspira a la razón sino al poder... Aquí, como tierra hollada por Othar, no volverá a crecer la yerba, al menos no como hasta ahora la entendíamos. Aquí, cuando los corruptos hacen bandera del victimismo, echando la culpa de sus ahora desgracias a montajes difusos y a manos invisibles... Aquí cuando todo vale para mantenerse, cuando todo vale para escapar de la Justicia, cuando todo vale para prorrogar el estatus de la poltrona... Aquí, la lengua se hace muda y la palabra inane, pues esta se vuelve palabrería, quincalla de baratillo, redundancia escuchada hasta una extenuación que vacía de contenido lo tan repetido, lo tan falsario, lo hueco como calabaza seca que retumbara por exceso de vacío, por falta de contenido.
Que se pare esto que me apeo.

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