jueves, 9 de octubre de 2014

UNA DE CARNAVAL O VUELTA A LA EDAD MEDIA

El carnaval era la fiesta pagana por excelencia: anterior a la cuaresma, era un tiempo en el que el poder civil y el religioso (léase Iglesia) aflojaban su censura como desahogo previo a un periodo que se suponía de recogimiento, austeridad y sacrificio. Era un tiempo en el que se permitía al pueblo llano expresar cierta crítica y dar rienda suelta a la represión, que se substanciaba por la chanza, la mascarada, la escatología y la mala leche en general. Era un tiempo en el que el poder parecía desaparecer en una república báquica de desenfreno y alegría más o menos amarga.
José Gutiérrez Solana o Goya retrataron la España carnavalesca con tintes negros, esperpénticos, fatídicos; también retrataron el carnaval (por citar algunos) Pieter Brueghel, Otto Dix o Ensor.
En fin, era una fiesta, el carnaval, al margen de poder o, mejor, contra el poder; una fiesta permitida como válvula de escape en la que la alegría fugaz era excusa para la astracanada burlesca que ponía en tela de juicio a los mismos que la permitían (ahora se diría que la toleraban).
Pero las cosas han cambiado y lo que era una fiesta espontánea que campaba más o menos a su albedrío, ha pasado a ser una fiesta institucional y descafeinada, desprovista de carácter crítico y convenientemente encauzada. Así han surgido premios a disfraces, carrozas, desfiles... todo medido, premiado, con un barniz de "buen rollito", pero sin salirse de las bases (que si no, no se premia ¿eh?).
Vivo en un pueblo donde (y de ahí este rollo) se ha hecho, con pretexto de unas "Jornadas medievales", un espectáculo que no deja de ser un carnaval dirigido, desprovisto, eso sí, de la esencia que se le supone a todo carnaval. Veo con estupefacción cómo la gente se disfraza de medieval (con referencias cercanas a Walt Disney) en un acto que se supone serio; veo cómo se nombran ¡¡alcaldes medievales!! y se hacen desfiles con caballeros de pega que portan espadas que quisieran no serlo (de pega, digo). Algunas calles visten pendones y símbolos más o menos militares (todo, en el fondo muy militar: vela de armas, jura, desfiles, picas y escudos). En los paseos se despliega un mercadillo que de medieval sólo tiene el nombre, colaborando a formar un decorado de película mala de Samuel Bronston (qué más quisiéramos).
Mientras (Oh, pueblo, tomad y comed) la cerveza, los chorizos y los montados corren y los paseos se llenan como en cualquier feria... medieval, eso sí. Muy medieval. ¿Quién dijo que lo del viaje en el tiempo era una fantasía imposible? 


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