domingo, 11 de mayo de 2014

UN RECITAL DE POESÍA. UN VIAJE. EL TREN. MUCHA GENTE.

El pasado viernes, día 9, en el Matadero de Madrid, tres poetas de por aquí (quiero decir, de la Mancha): Amador Palacios, José Ángel Gª y un servidor, leímos poesía (lo de leer es un decir, al menos en mi caso).
Ciertamente, esta vez sí, se trataba de "un marco incomparable" en el que habita la Cultura, ya se trate de poesía, de teatro, de cine, de exposiciones... etc. Una factoría de Cultura, en fin, en el que el diseño de vanguardia se alía con el buen gusto y éste con la educación y el buen rollo. Un gustazo, vaya. 
El sábado, con la cabeza llena aún de poesía, paseamos Madrid. Mucha gente. ¿Demasiada? Supongo que, acostumbrado como estoy al semi desierto manchego, las aglomeraciones me imponen o me acojonan un tanto, aunque he de reconocer que el anonimato de la masa tiene su parte buena, al darnos un barniz de modestia, al hacer que nuestra unicidad se funda con tantas otras y nos haga reconocer (¡cómo no!) que somos una partícula más, como tantas otras, no tan única como creíamos, no tan especial, no tan acojonante.
¿Y la crisis? Ya salió. Casi se me olvida al ver tanto consumo apresurado, tanta bolsa del Corte Inglés, tanta terraza llena... eso, claro, si paso por alto a mendigos, a parias tirados en las aceras, a "compradores de oro" con carteles amarillos, a letreros de "se vende"... etc, etc. 
Ver, oír, callar, andar por las calles con la cabeza llena de poesía. Gente alrededor, mucha. Nada nuevo. De la mano, Charo; en la mano, unos discos de buena música. La miseria existe, sí, y está muy cerca. Pero dejadme hoy, cuando el sol se está poniendo, que crea que no es sino un invento de desaprensivos. Sé que es mentira, pero dejadme que lo crea, hoy.
Ya anocheciendo cogemos un tren en una soledad cómplice; desde las ventanillas un paisaje caótico, casi negro, aparece y desaparece a ritmo de traviesa atravesada. El sol, definitivamente, muere, sabiendo que volverá mañana. Él sí, nosotros... ¿quién sabe? 
Y nos alejamos de Madrid como quien se mete en un túnel de noche: al final, quizá, ni siquiera exista una luz  y todo sea un viaje extraordinario hacia (como dijo Fernán Gómez) ninguna parte.


No hay comentarios:

Publicar un comentario