Leo una noticia: La revista digital Reader´s Digest ha hecho un experimento en 19 ciudades importantes de todo el mundo; el experimento consistía en dejar "olvidada" una cartera con algún dinero (unos 50 euros), tarjetas, fotos, etc. Eso sí, conteniendo los datos suficientes para devolver la susodicha a su dueño... o al menos a la autoridad pertinente. Entre las ciudades "participantes" estaba Madrid, rompeolas de las Españas.
¿Resultado? Madrid quedó la segunda, por la cola, delante de Lisboa. La capital más honrada: Helsinki. En Madrid, devolvieron la cartera 2 de cada 12 personas; en Helsinki 11 de cada 12.
Los datos son claros: vivimos en un país de chorizos. Lo digo estadísticamente, sin acritud. Nos avala la tradición: España inventó el término "pícaro" y aquí, quien no afana, es porque no puede.
Hace un mes dejé mi móvil olvidado por unos minutos... naturalmente, cuando volví al lugar donde se suponía debía estar, ya había desaparecido. Y eso que a esa hora (la 1,30 de la madrugada) apenas pasaba nadie por aquel paseo. En Helsinki aún estaría sobre el banco en que lo dejé. Pero esto es España, y el que no corre, vuela; es decir: quien no araña, afana o, directamente roba. Estará en los genes; estará en eso que llamamos cultura y que tan amplio espectro abarca (desde los toros al arte, pasando por el potaje madrileño). No sé. Claro que los referentes que tenemos (me refiero a esos referentes que se suponen deber ser un compendio de virtudes públicas y privadas, entiéndanse: políticos de toda clase y condición, gerentes de altos vuelos, miembros de la realeza; alcaldes y otras yerbas), esos referentes, reitero, no son como para tirar cohetes... y a la estadística, y a las hemerotecas, otra vez, me remito.
¿He dicho tirar cohetes? ¡Eso sería antes de que desaparecieran (los cohetes)!
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