viernes, 20 de septiembre de 2013

EL ESPÍRITU OLÍMPICO O UN EJERCICIO DE IMAGINACIÓN

Había gente que de verdad creyó en el proyecto olímpico de Madrid; de verdad creyó que Madrid (que España) tenía posibilidades frente a Tokio y, sobre todo, creyó que los políticos de turno estaban a la altura del proyecto.
Soy mal pensado, supongo, pero ahora, pasada la resaca olímpica, los índices económicos parecen recuperarse milagrosamente, la prima de riesgo (esa prima espuria) parece relajar su desidia... y las sonrisas del gobierno crecen exponencialmente, de una manera directamente proporcional al ridículo hecho en Buenos Aires. Aquí no ha pasado nada de nada (y eso que algunos "se dejaron la vida en el proyecto"). ¿Que no nos eligen? Pues peor para ellos.
Hago un ejercicio de imaginación: imagino que Madrid hubiese sido designada sede olímpica. ¿Qué hubiese pasado? ¿Nada? ¡Toooodo! Imaginemos banderas al aire, pendones exultantes, patrioterismo desbordado... y el cielo poblado de gaviotas llevando en sus picos mensajes de "aquí no cabe mejoría". Sí, lo hemos conseguido (hubiesen dicho); pero no, nosotros no: habéis sido vosotros, españoles, con vuestro apoyo y vuestro sacrificio, los que lo habéis conseguido. Nosotros sólo somos humildes políticos al servicio de esta idea, de esta enorme familia olímpica. Si es que se veía venir... los japoneses y los turcos ¿que podían hacer frente a la promesa de un pincho de tortilla? 
Me imagino la marea victoriosa, me imagino a la alcaldesa y a los ciento y pico (un pico muy grande) de enviados (¿a qué?) dando saltos, con el 80% (¿o era el 90%?) de las infraestructuras construidas... o casi. Alguien se estaría, ahora, frotando las manos... 
Pero dejemos, ¡ya!, de imaginar.

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