sábado, 16 de junio de 2012

LA MENTIRA, LA MEMORIA, LA SONRISA O EL PAÍS DE PINOCHO (ESTUPEFACCIÓN Nº 8)

La primera cualidad que debe tener un mentiroso es la memoria:  debe recordar lo que dice para no caer en contradicciones antiestéticas que  puedan descubrir sus falacias. La memoria, sí, y la impavidez; que el enemigo no note que tiene miedo o que duda. Eso jamás. Aquí no duda ni la madre que nos parió. Lo que se dice va a misa. Lo que se dice es la verdad, por muy endeble que pueda parecer. Lo demás viene rodado. Miente, Pinocho, que tu nariz no te delate, que no te delaten tus palabras, que tu boca no se abra  sin antes haber recordado la última mentira que dijiste. Que tu boca sea cueva por la que salgan culebras envenenadas disfrazadas de pánfilos gorriones. Que tu boca encante los oídos del otro, que instile en ellos el veneno sutil de la mentira mientras sonríes. Porque la sonrisa hipócrita es hija directa de la mentira y es imprescindible para un buen mentiroso. Miente, miente que algo quedará, siempre. Siémbralo todo de mentiras, que la cosecha será abundante. Y recuerda, recuerda siempre lo que dijiste, no vaya a ser que te descubran esos desmemoriados imbéciles a los que llamas súbditos.

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