martes, 19 de abril de 2011

LA NUEVA PORNOGRAFÍA

Delante del televisor veo asombrado un reportaje "de investigación". El tema: cómo viven los ricos, qué casas tienen, qué coches, cuántos abrigos de visón, cuántas joyas, cómo tiran de supervisa (ya sé que esta palabra no existe, pero sí su concepto)... etc. etc... En tiempos de crisis (para algunos) nada mejor que ver cómo los que tienen viven como Dios mientras los demás miramos como estúpidos en un ejercicio de empatía dirigida a mostrarnos esos paraísos "cercanos" que nunca tendremos, pero que, sí, deben existir, como deben existir los personajes de los cuentos y los políticos; como deben existir las catedrales y las favelas.
La realidad convertida en ficción por arte de la tele. Lo real pasado por la trituradora de la telebasura, convirtiendo en telenovela todo lo que toca. La nueva pornografía (ahora más), la nueva indecencia: el alarde del derroche frente a los ojos que miran el espectáculo desde abajo con la certeza de quien nunca será protagonista de la película, pero que se cree por unos momentos que, a lo mejor, todos somos iguales, porque todos podemos salir por la tele y, mire usted, igual sale el chabolista que la marquesa; igual nos habla el yonqui que el alto ejecutivo de impecable traje. Como la Coca-Cola (icono del pop y democrática bebida): es igual para el millonario que para el mendigo. Sólo unas pequeñas diferencias... apenas nada. Una cuestión de decorado: el salón de fondo, el armario repleto de Armani, los relojes de oro, la piscina climatizada, el brillo obsceno de las joyas... por lo demás, todos iguales.
Una conquista social esto de los telereportajes de actualidad, vaya.

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