martes, 7 de julio de 2015

UN EJERCICIO DE IMAGINACIÓN O ¿UN RECURSO AL TÓPICO?

Imagínense un trabajo en el que, para empezar, el trabajador se ponga el sueldo que le venga en gana... Item más: imagínense que el citado trabajador no tiene responsabilidad por las acciones que pudiera tomar en su trabajo, fueran buenas o malas y, aunque la liara parda, él seguiría tan ricamente, poniendo cara de poker, como diciendo "a mí, plim...". Imagínense que este trabajador está pagado con el dinero de unos pagadores que  no tienen la más mínima posibilidad de intervenir en la fijación del salario que ellos pagan y, otrosí, tienen que tragarse (los pagadores) las acciones del citado trabajador, sean cuales sean. Imagínense, para colmo, que los pagadores sean a su vez pagadores también, no sólo, del salario de la sinecura, sino de otras gabelas que ayudan a sostener el andamio que hace posible todo el tinglado. Imagínense que el ya famoso trabajador, no lo es tanto (es decir, trabajador) y se dedica a medrar, a ayudar a amiguetes y a dictar resoluciones que ayudan a su vez al mantenimiento de su puesto y/o a su enriquecimiento o ascensión social. Imagínense que el trabajador reniega de su título de trabajador (que es lo que debería ser) porque le parece poco y, aunque elegido por el pueblo llano, él se siente por encima y  navega, cual gota de aceite, por encima de las aguas del populacho que le permitió llegar donde está. Parece ficción. No lo es.
Imagínense que, en un rapto de lucidez, un día cualquiera, el otrora trabajador (ahora gestor público, edil, semidios o vaya usted a saber qué) se liara la  manta a la cabeza y decidiera bajarse el sueldo a niveles razonables y dignos; decidiera trabajar de verdad por el interés público; decidiera eliminar resplandores fútiles y cargos inútiles; decidiera ponerse al servicio de la gente que lo encumbró; decidiera ser honesto, imparcial, responsable, equilibrado, servicial, cercano y honrado. Un rapto de locura que recordaría peligrosamente a un Quijote más literario que el del Manco de Lepanto. Un arrebato peligroso que podría sentar precedente. Un muy peligroso precedente. Pero, ya se sabe que los libros de caballerías son ficción, los yelmos de Mambrino, bacías y los bálsamos de Fierabrás, ungüentos que apenas curan algún moratón, si acaso. 
Estamos en la Mancha y recordar al caballero de la Triste Figura es cosa inevitable; pido perdón por el uso del tópico. 
Y, puestos ya con los tópicos... amigo Sancho... tú tuviste una oportunidad en tu ínsula. Pero eras demasiado pueblo, demasiado sensato, demasiado honrado. Tú a lo tuyo que ya vendrá alguien para gobernar tu Barataria y se pondrá, lo primero, un buen sueldo. Al tiempo.

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