martes, 15 de julio de 2014

¡AIRE, AIRE... YA!!!

Los socialistas (quiero decir el PSOE), se renuevan, (quiero decir que se quieren renovar). Tres candidatos, tres, optaban a la Secretaría General, dando (o eso pretendían) imagen de unidad en lo diverso. Ya se sabe que no se puede dar sensación de división frente al posible electorado, frente a la pública opinión. Es una iconografía a la que nos tienen acostumbrados todos los partidos: unidad frente al enemigo común (?¿), somos una piña... etc. Luego estarán las luchas intestinas, el afán de poder, el empujón (in)oportuno o la foto a la que asistir y en la que no se saldrá si uno se mueve... hacia la derecha o hacia la izquierda, depende (entiéndase aquí "derecha" e "izquierda" como meros lugares en el espacio, como meras coordenadas cartesianas en el hipotético plano  homónimo).
Renovarse o morir. ¿Renovarse? Eso espero. Por supuesto hay que recurrir a la juventud para ello; hay que recurrir a la sangre nueva, con ganas y fuerza, alejada de tics y manías impuestas, con las ideas que sólo las neuronas jóvenes pueden aportar. 
En este caso, Pedro Sánchez, el nuevo Secretario General del PSOE, parece chico serio, suficientemente preparado y... joven. Parece aire fresco que pueda renovar el polvo acumulado en los rincones del partido socialista. Veremos.
Pero... ¿qué hizo el PSOE para necesitar tanto lavado de imagen, para necesitar con urgencia un nuevo líder? Pues dicho en pocas palabras: no hacer política de izquierdas. A un partido que se llama socialista, se le debe exigir que haga política de izquierdas. Para la otra  ya está el PP. 
John Emerich Edward Dalberg-Acton, más conocido simplemente como Lord Acton, dijo aquello de que "el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente". La Historia se ha empeñado infinidad de veces en darle la razón. No sé si todo el que llega al poder, acaba haciendo lo mismo; no sé si las buenas intenciones se quedan en mero papel mojado; no sé si para ser honrado y fiel a sí mismo habrá que quedarse en el limbo de la eterna teoría, pues poderes hay que corrompen como el ácido corrompe al metal y lo dejan todo reducido a escoria oxidada, aunque, eso sí, con apariencia de ser oro puro (que las apariencias, lo sabemos, son más importantes a las certezas).
Yo creo que todo el que no está pringado en corruptela, favor, ganancia ilícita o sinecura de cualquier tipo, (que es la mayoría) está deseando un cambio radical que aleje el polvo acumulado y los bacilos que amenazan con la asfixia de un sistema político endogámico, repetitivo, manipulador e injusto.
Levantar las alfombras, abrir las ventanas, sacudir las sábanas: que pase el aire fresco, ¡ya! O el vendaval, el terremoto, el meteorito o lo que diablos sea. Pero ¡¡ya!!

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