martes, 3 de septiembre de 2013

LOS NIÑOS BURBUJA O ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS

España está llena de niños burbuja. Bueno, de niños no: de políticos. Políticos-burbuja. Porque... ¿cómo si no comprender que se pueda hablar como hablan de la realidad social española, con tal descaro prepotente, profundamente ignorante, cuando no profundamente tergiversado?
Metidos en su burbuja, convenientemente aislados, viven en su mundo de color, en su mundo de sobresueldos, chalés en la Moraleja y dietas perpetuas para después atreverse a afirmar que España va bien, que ya no hay crisis, que a los españoles no les interesa para nada el caso Bárcenas, que los mini jobs son acojonantes, que las pensiones son generosas, que la sanidad va viento en popa, que la educación raya lo excelso, que las becas son mayores que nunca, que los ordenadores se borran por arte de birlibirloque, que los servicios sociales están de puta madre, que los parados son simplemente parásitos, que la gente es, en suma, feliz y nada (los que sepan nadar) en la abundancia de una economía libre como pajarillo o gaviota azul en lontananza... y así sucesivamente. 
El Senado y el Congreso son burbujas institucionales que albergan a personas impolutas que no se manchan con la realidad de un país al que dicen representar. La realidad mancha, sí, y es incómoda: que se pasen por los comedores sociales, por las colas del paro, por los pasillos de algunos hospitales, por los pisos desahuciados... una pequeña toma de contacto, nada más, antes de volver a la poltrona, al insulto y al  "tu corrupción es más corrupta que la mía; tus prebendas lo son más; tú afanaste antes que yo"
Alicia en este país de las Maravillas hubiese alucinado, aunque no viese ningún conejo blanco con un reloj en la mano ni a ninguna reina de corazones con afán decapitador. ¡Me río yo de los espejos atravesados!
No sé, yo creo que vivo en un país distinto del de los políticos; debe de ser eso. Claro, que también puede ser que yo  haya sufrido algún shock anafiláctico del que no soy consciente y que haya cambiado mi percepción de la realidad... ¡Dame alguna pista reverendo Dodgson!

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