jueves, 15 de agosto de 2013

OLVIDA, QUE ALGO SE PIERDE O LA CABEZA DEL AVESTRUZ

La falta de memoria es cosa peligrosa: puede ser síntoma de alguna enfermedad degenerativa; puede ser síntoma de "la cabeza del avestruz", es decir, no quiero ver lo evidente y por lo tanto, prefiero olvidar lo que me molesta; puede ser síntoma de auto indulgencia, es decir, como soy tan bueno, no puedo permitir que algo malo del pasado manche mi inmaculado presente; puede ser que aquello que hice, lo hiciese tan a lo loco, tan despreocupadamente, tan (como se dice por aquí) tan sin fuste, que no ocupó lugar en las celdas de mi memoria, porque, sencillamente, no tenía la mínima importancia (todo el mundo sabe que la memoria es selectiva)... En cualquier caso, nada bueno presagia esa amnesia puntual y más cuando esa amnesia encubre con su niebla densa hechos graves, delictivos incluso, que nos afectan a todos.
Dice el asesino: no sé, no recuerdo, y juro sobre los cuerpos de las víctimas que yo no recuerdo haber matado a nadie; o (en el colmo de los colmos de la hipocresía) NO ME CONSTA NADA. Así, me salgo por la tangente otra vez más. Si no me consta, ni siquiera digo que no recuerdo, sencillamente no tengo la cosa por cierta o manifiesta. 
No soy CONSCIENTE de nada, no soy CONSCIENTE de eso que usted me pregunta, de eso que usted parece (con aviesas artes)  insinuar que hice. Pero no. No me consta. No lo recuerdo. No soy consciente, es decir, no tengo consciencia de lo que hago, de lo que hice; es decir: soy inconsciente, no hice las cosas en el pleno uso de mis sentidos y facultades... Además, no recuerdo nada, coño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario