jueves, 21 de febrero de 2013

EL ESTADO DE LAS COSAS (O DE LOS CASOS)

Llevan 8 horas hablando sin parar y lo único que sabemos es que ELLOS lo han hecho peor; que ELLOS son mucho más... de todo; que ELLOS son mucho más corruptos, más estultos, más incapaces, más ineptos.
Sí: ELLOS, LOS OTROS. No importa quién hable, quién lance alharacas, quién pretenda jugar a ingenioso constructor de metáforas políticas. ELLOS, LOS OTROS son más (o menos, según).
Yo, desde mi mismidad, declaro solemnemente que tú, desde tu ajenidad, eres mucho más. Es decir: eres mucho menos. Porque ego non te absolvo de tus pecados, que (a lo peor) son también mis pecados, pero que en ti son mucho más graves que en mí, porque, sí, ¿lo he dicho? TÚ, ELLOS, LOS OTROS, eres/son mucho, pero que mucho más.
¡Ocho horas hablando! ¿Y para qué? Pues para tratar de demostrar lo de siempre, por si no quedó claro: que tú, querido, eres mucho peor que yo, que estoy hablando ahora y por eso soy mejor, porque hablo yo y no tú.
¿Y los demás, los que no pueden ni resoplar, ni hablar, ni siquiera insinuarse? No problem, que ya estamos nosotros aquí, para hablar por ellos.  Para eso nos pagan ¿o no?

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