lunes, 6 de agosto de 2012

EL TITANIC, OTRA VEZ (FÁBULA EN PROSA)

Cita previa:
"...pues estamos todos en el mismo barco."
Mª Dolores de Cospedal


El Titanic avanzaba más rápido de lo que hubiera sido prudente, sobre todo teniendo en cuenta que las aguas estaban infectadas de icebergs... pero había que llegar lo antes posible, había que demostrar al mundo que el Titanic era más rápido, más moderno y más seguro que ningún barco jamás construido. Cosas que pasan: seguramente Dios, Neptuno o Poseidón (depende) decidieron dar un tirón de orejas a tanta prepotencia humana, al descaro, a la soberbia o a la ambición. El caso es que el Titanic terminó como todos sabemos.
Y, sí, en aquel barco iban todos; todos flotaban en aquel cascarón de acero remachado. Pero había diferencias, claro: unos iban en primera y otros trabajaban metiendo paladas de carbón en las calderas; unos cenaban con el capitán y otros se tomaban un bocadillo de pescado rancio; unos dormitaban en sus camarotes de lujo y otros se hacinaban en literas; unos se ponían joyas para desayunar y otros, directamente, no desayunaban; unos leían las revistas de moda y otros no leían, entre otras cosas, porque eran analfabetos y maldita la gracia que les hacía la moda de París (una moda a la que jamás podrían acceder).
Pero sí, repito: todos iban en el mismo barco.

P.D/ Recordar que gran parte de los supervivientes pertenecían a la clase alta. Los desaparecidos, los ahogados, fueron en su mayoría sans culottes. Murieron, eso sí,  mientras la orquesta tocaba; murieron sin saber muy bien qué demonios pasaba; murieron mientras algunos miembros de la tripulación les apuntaban con sus armas para que no asaltasen los pocos botes disponibles; murieron porque no había salvavidas ni botes para todos (y menos para ellos). Pero todos iban en el mismo barco.

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