lunes, 12 de diciembre de 2011

DEMAGOGIA BARATA (TODOS SOMOS CULPABLES)

Terminada la 2ª Guerra Mundial y expuesto a la luz en toda su crueldad el genocidio que los nazis perpetraron contra judíos, disidentes políticos, gitanos y un largo etc. hubo (y hay) quien exculpó al pueblo alemán: "porque ellos no sabían lo que pasaba". Falso. Todo el mundo sabía lo que pasaba. Pero era más cómodo mirar hacia otro lugar, seguir con la vida como si tal, lo más cómodamente posible. El problema no era de ellos; era de los demás. Digo esto, porque seguimos igual que los alemanes en el 45: los problemas son siempre de los demás. Nos importa más un rasguño en un dedo de nuestra mano que el cáncer terminal del vecino; nos importa más el goteo del grifo de nuestra cocina que una inundación en Indochina; nos importa más conseguir el último iPod, que la situación del parado que vive en nuestro piso... etc. etc.
Claro, se me dirá que no podemos afrontar el dolor ajeno, bastante tenemos con el propio. No habría capacidad para aguantar tanto dolor: por eso nos defendemos así, con la autoignorancia, con la coraza del "allá ellos". No somos egoístas, somos supervivientes. Si alguien se muere de hambre no es problema mío: para eso están los políticos, para solucionarlo ¿no?
Pero yo creo que somos culpables. Somos culpables todos, sin excepción, de todo el dolor inútil, de todas las injusticias, de todo el mamoneo político y no político, de toda la estulticia y de toda la desigualdad del mundo. Somos culpables por mirar hacia otro lado. "Ande yo caliente y ríase la gente", decía el clásico. Llevaba razón. Ande yo caliente y muéranse de frío los demás.
Haré algo de demagogia barata (como todas): mientras preparamos (hablo en plural mayestático) las cenas de navidad, que lo sepáis, alguien se está muriendo de hambre. Sé que no importa nada de nada. Sólo lo apunto para que colguemos en el árbol navideño un nombre cualquiera, un muerto cualquiera, un parado cualquiera. ¡Qué bonito, poder ver ese nombre entre las luces que parpadean! ¡Qué bonito y qué rico está el mazapán! ¿O no?

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